La entrada de hoy, sobre la última fábrica de bebidas carbónicas de Salamanca, es un amplio extracto de una entrevista a Evelio Rodríguez Domínguez, realizada por Jorge San Román y aparecida en "Salamanca Rtv al día", de donde se han extraído también las imágenes. (http://salamancartvaldia.es/not/53600/la-ultima-fabrica-de-gaseosas-de-salamanca-carbonica-molina/)"
Como consecuencia de los nuevos hábitos
de consumo y de la aparición de nuevas bebidas, las gaseosas han ido
perdiendo su mercado tradicional. En la provincia de Salamanca, donde hubo censadas más de 140 fábricas, incluidas algunas grandes marcas, la única que perdura es Gaseosas Molina,
que ha logrado sobrevivir sin ser absorbida por los grandes monstruos
del sector, como ha sucedido con la casi totalidad de los más de 4000
fabricantes que llegaron a existir en España.
Carbónica
Molina S.A. es una empresa que cae simpática, porque en ella vemos
reflejado el sempiterno mito de David contra Goliat; la historia de la
irreductible aldea gala, y la de tantos y tantos débiles que siguen
enfrentándose a los abusones, logrando salir adelante a base de mucho
trabajo y de mucho tesón. En el consejo de administración de ésta
empresa familiar, están ya integrados miembros de la tercera generación.
El actual patriarca y consejero delegado de la firma, Evelio Rodríguez Domínguez,
exhibe en su despacho una fotografía fechada en 1934 en la que aparecen
los padres fundadores, Evelio y Antolina, junto a su tío Juan. Evelio
está dispuesto para contarnos la historia de la marca, que es la de su
propia familia, y a enseñarnos los secretos de la fábrica de gaseosas.
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Carbónicas Molina, años 50. Plantilla y maquinaria |
E.R.D: Molina es un
apellido que se perdió en el siglo XIX, en mil 1800 y pico, pero se nos
siguió conociendo así, de hecho, yo me pongo al teléfono y respondo “Soy
Evelio Molina”, y mi hija también dice “soy Mercedes Molina”. Fue en
1961 cuando registramos 'Molina' como marca comercial. Hace unos años se
celebró el 175 aniversario de las bebidas refrescantes, y a Anfabra, la
asociación que reúne a los fabricantes, se les ocurrió hacer unas
exposiciones itinerantes, nos pidieron algunas cosas, y les prestamos
fotos, algunas botellas, máquinas, hicieron un vídeo, y aparecimos en
Antena 3 Televisión. Nuestra satisfacción fue ser presentados como una
de las empresas más antiguas.
En el
hall que da acceso a las diferentes dependencias de la fábrica, se
encuentra instalado un pequeño museo que alberga una increíble colección
de botellas; son la historia de Molina, y hay otras sorprendentes, como
la primera de Trinaranjus, una original pieza de cristal con la forma
de tres naranjas que confluyen en un cuello de botella. Es la
prehistoria de los envases que hoy día conocemos y consumimos, y Evelio
está orgulloso de conservar una buena parte del patrimonio histórico y
familiar.
E.R.D: Guardamos
el letrero original de la fachada de la primera fábrica de la calle
Mansilla, fíjate, tiene 80 años. Estas diapositivas se proyectaban en
los dos cines que había aquí, en el intermedio de las películas.
Conservamos fórmulas antiguas: Manzana: 4 grms. de esencia por litro de
jarabe, 40 grms. de concentrado por litro de jarabe, es un documento de
1934.
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Diapositiva publicitaria para los cines |
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Fórmula primitiva conservada |
Precisamente en esa época, a finales de
los años 20 del pasado siglo, el bejarano Juan Rodríguez, tío de Evelio,
se encontraba en Iberoamérica, donde había acudido en busca de
fortuna, y puede decirse que se topó con ella, pues vio algo que le
llamó poderosamente la atención. La moda de las gaseosas de sabores
había traspasado las fronteras norteamericanas; en Colombia bebían Kola
Roman desde 1865; en Ecuador existía la marca de gaseosas Fioravanti
desde 1878, y también en Méjico se envasaba la Toni Col desde 1887.
Entusiasmado al conocer la nueva bebida, Juan Rodríguez decidió regresar
a Béjar, con la idea y el propósito de montar una fábrica de gaseosas.
Así, a comienzos de 1934, él, junto a su hermano Evelio Rodríguez, y
Antolina Domínguez, esposa de este, y padres amobos de Evelio Rodríguez
Domínguez, instalaron una pequeña fábrica de gaseosas en una bodega de
50 metros cuadrados en la calle Mansilla, en pleno centro de Béjar.
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Primeros repartos antes de los vehículos a motor |
E.R.D:
La primera máquina embotelladora vino de Madrid, 1.310 pesetas costó,
se pagó el 20 % al contado, y el resto mediante cinco letras. Esto
empezó a funcionar el 19 de marzo de 1934, ese día se despacharon los
primeros pedidos: 6 sifones a Antonio, a 0,25, 12 sifones a Pepe, y
también las primitivas botellas de bola que se vendían por cajas de 6 o
de 12 unidades, y se servían en unos cestillos de hierro que fabricaba
un herrero de aquí. En los primeros años, se hacían unas veinte docenas
de botellas diarias. Uno de los desafíos que planteaba la distribución
de las bebidas carbonatadas, que hasta el momento debía ser mezclada en
el momento del consumo, era el embotellado, pues existían problemas
técnicos que impedían lograr un sellado hermético que permitiera
conservar el gas.
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Maquinaria años 40 |
E.R.D: En
las primeras botellas había una bola de vidrio que estaba situada en un
compartimento al final del cuello, y el gas carbónico la empujaba hacia
arriba, impidiendo así que se derramase el contenido. Tecnológicamente
era un boom, las botellas venían de Gijón, y había otra fábrica en
Barcelona, pero aquello terminó prohibiéndose por considerarse anti
higiénico.
De los pueblos venían con
caballerías, con mulos, y cargaban en ellos cajas de 48 botellas, y si
para las fiestas necesitaban más, venían con un carro de vacas. Es que
los particulares hacían vino, pero aquel vino de pitarra 'rascaba' que
no veas, y la forma de hacerlo bebible era 'bautizarlo' con gaseosa.
Mira, este cliente todavía existe, está en el Castañar, Casa Senén, de
los que hemos conocido cuatro generaciones, el cliente más antiguo,
desde el año 34. El Torres, de Guijuelo, desde el año 49; entonces se
les mandaba la mercancía por ferrocarril. Mira este otro antiguo
albarán, cuatro docenas de gaseosas, a seis pesetas la docena,
veinticuatro pesetas.
Luego llegó la
guerra, mi tío falleció en 1936, y vino una época en la que todo
escaseaba, no había botellas, y teníamos que ir a las traperías de
Madrid para comprarlas de segunda mano, y poder embotellar. No había ni
lata para fabricar las chapas “de corona”, que nosotros llamamos, y
usábamos las botellas de champán tapadas con un corcho, y atadas con una
cuerda. Después de la guerra, no había azúcar, la sacarina no se
conocía, y seguía sin haber tapones ni botellas, luego ya se empezó a
fabricar con sacarina…
Tras la muerte de Juan Rodríguez, fue al
padre de Evelio a quien correspondió ponerse al frente de la empresa.
Superados los momentos más difíciles de la posguerra, Evelio consiguió
el tránsito de una fábrica manual, a una factoría con maquinaria moderna
y automática. De las primitivas botellas de bola, pasaron a las de
tapón de corcho y chapa, y de ahí al tapón mecánico o de porcelana, que
marcó toda una época. De repartir las botellas en cestas y carros de
mano, a transportarlas con animales de carga, y a emplear después
camiones botelleros que podían abastecer un territorio mucho más
extenso.
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Plantilla años 50 |
E.R.D: La
primera camioneta de reparto se compró a mediados de los años 50, más o
menos, a la Central Lechera de Salamanca. Procedía de Etiopía, y los
italianos la habían traído a la guerra de España, M-62248, era su
matrícula. El segundo vehículo fue una camioneta Ford, que si se partía
un palier, tenías que tirarte todo el día en el taller para sacar el eje
y poder arreglarlo. Luego empezaron a fabricar en Barcelona el Ebro
–que pertenecía a Ford-, pero tenías que tener influencias y
recomendaciones para que te pusieran de los primeros en la lista de
espera. Yo escribí varias cartas al concesionario, hasta que al final
conseguimos el Ebro, uno de aquellos de morro alto, los primeros que se
fabricaron en España. Luego vinieron los Barreiros. Hoy día tenemos
dieciséis vehículos para cubrir todo el reparto. En ese período de
expansión de los años 50, Molina contrató los primeros empleados fijos,
un número que fue aumentando en el transcurso de los años, además de
contratar personal eventual autóctono siempre que las campañas de verano
lo requerían, llegando a la actual plantilla, formada por veintisiete
trabajadores.
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Vehículo de reparto |
E.R.D:
Antiguamente las cosas eran de otra manera, cuando había acumulación de
trabajo, hablabas con algún vecino que estuviese desocupado, le ofrecías
tres pesetas, o lo que fuera, y no existía la contratación como la
conocemos hoy en día.
Esa refrescante tentación embotellada
Además
de la tradicional gaseosa, que en Béjar antiguamente se denominaba
'limón', y del agua de seltz en sifones, Molina embotelló infinidad de
sabores, algunos con marcas propias, y otros con las marcas cedidas por
los creadores de los sabores; Limorefrescante, Limonada Natural
Iris, Orange, Koki, bebida incomparable, refresco natural, de venta
aquí, Tometucs??, exquisito refresco de naranja, Agradable sabor de
zarza espumosa Pic-Nic, Beba Jumate, deliciosa bebida espumosa, Piña
Ecuatorial, refresco ideal, Ino marca registrada refrescante,
embotellado bajo licencia….
E.R.D:
Los años 50-60 fueron los de mayor esplendor, sólo en Béjar llegó a
haber tres fábricas de gaseosas. La zarzaparrilla era la Coca Cola de
entonces. 'Citrania' era un refresco que se consumía mucho. El que te
vendía los productos te daba la marca también, junto a las etiquetas y
los jarabes. Embotellábamos 'Orange', que es lo que hoy día es la Fanta
de naranja, y limonada. Por entonces lo más adelantado era la cerveza,
pero era muy cara, y no se implantó hasta bien entrados los años 60.
Nosotros servíamos una caja de cerveza por cada cien de gaseosas, hoy
día es justo al revés.
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Después del
fallecimiento de Evelio, acaecido en 1965, tras haber permanecido 29
años al frente de la empresa, su viuda, doña Antolina Domínguez, y sus
ocho hijos, decidieron crear una sociedad anónima con la aportación de
toda la industria. Un año más tarde, adquirieron dos naves y unos
terrenos en la carretera de la Estación, y en 1969 trasladaron la
fabricación desde la antigua planta de la calle Mansilla, y el viejo
local, que sigue perteneciendo a la familia, quedó destinado como
guardamuebles.
Muy lejos de Béjar, en
los Estados Unidos, hacía tiempo que había comenzado la guerra entre las
compañías embotelladoras de refrescos, extendiéndose el conflicto
también al sector de las gaseosas. Como respuesta a la popular 7 Up, la
compañía Coca-Cola introdujo en 1961 la marca Sprite, y obligó a sus
concesionarios a embotellar Sprite para inundar el mercado de este
producto, y eliminar a la 7 Up. Aquellas guerras comerciales, antes o
después, acabarían extendiéndose hasta nuestro país, y, “viéndolas
venir”, Carbónica Molina comenzó a diversificar su actividad, sacando
partido de su red de reparto. Junto a las marcas propias, 'Molina' y
'Abli', empezaron a distribuir vinos de mesa y cerveza, continuaron con
los mostos, y hoy “Se lleva de todo, porque es la manera de mantenernos
en funcionamiento”, reconoce Evelio.
En el año 1973 se abrió el almacén de
distribución del recinto de Los Álamos, en Plasencia (Cáceres), para
atender desde esta plaza a más de 400 clientes integrados en Plasencia,
Malpartida, el Valle del Jerte y otros pueblos del norte de Extremadura.
Desde Béjar, la empresa atiende directamente a más de 700 clientes de
las provincias de Salamanca y Ávila.
En
1992 las cosas marchaban viento en popa, y ante la necesidad de ampliar
las instalaciones, y la carencia de suelo industrial en Béjar, optaron
por construir una nave de 800 metros cuadrados en los terrenos anexos.
La vista panorámica que se divisa desde la fábrica de Molina es un
privilegio para quienes tienen la suerte de trabajar en sus
instalaciones. Y son también afortunados por que las instalaciones sigan
en pie, pues en el año 1994, y debido a una mala planificación técnica,
se produjo un deslizamiento de tierras que estuvo a punto de sepultar
una parte de la fábrica. Aquel desastre, afortunadamente, no se llevó
vidas humanas por delante, pero supuso un duro golpe para la tesorería
de la empresa, y trajo consigo un sinfín de problemas añadidos, que a
punto estuvieron de llevar a la empresa a la quiebra. Gracias al
esfuerzo y el apoyo de la mayoría de los socios, Molina fue recuperando
poco a poco su actividad, hasta conseguir salir de nuevo a flote.
En
los últimos años, la empresa ha hecho un considerable esfuerzo tanto en
la renovación de maquinaria, se han instalado nuevas máquinas lavadora
de botellas y taponadora, como en la actualización de un avanzado
programa ERP de todos los procesos informáticos, así como en la
introducción de nuevos procesos de fabricación, equipos de frío y una
máquina para fabricar botellas de Pet (o de politereftalato de etileno),
y en 2005 instaló un novedoso sistema de Ozonización para el
tratamiento del agua.
E.R.D:
En esto hemos sido pioneros, porque el ozono se usaba para potabilizar
el agua de las ciudades, y hemos sido los primeros en aplicar el sistema
a la industria.
La gaseosa,
básicamente, es agua con gas y aditamentos, sacarina –nunca azúcar-,
edulcorantes artificiales, y aroma de limón. Los otros sabores que
fabricamos, la naranja y el limón, sí llevan azúcar, porque eso le da
más cuerpo a la bebida, y añadimos una parte de zumo natural, para que
tenga más calidad. El agua que utilizamos procede de la sierra de Béjar,
es nieve. En invierno, cuando viene directamente de la sierra, es agua
pura. Aunque desde que hicieron el pantano, tuvimos que montar una
planta de tratamiento, porque al estar embalsada, en el agua empezaron a
aparecer algas.
Después de pasar por
la potabilizadora, el agua viene y se filtra aquí, con arena, que es el
mejor producto filtrante; luego pasa por los filtros de carbón activo,
que elimina los malos sabores, y por último pasa por un proceso de luz
ultravioleta. Después de todo eso, el agua resultante es absolutamente
pura, y con todo y eso, todavía hay algunas veces que da problemas,
porque el agua es muy delicada, aquí tenemos a la señorita de Sanidad
cada dos por tres.
La fábrica de gaseosas
E.R.D: En
esta zona se hace la pesada de los productos para hacer el jarabe, se
pesa el azúcar, y se hace en función de 200 ó 400 litros; es la décima
parte de lo que hay en la botella, y el producto baja por unas tuberías
donde se hace la mezcla con el agua enfriada y el carbónico, porque el
carbónico mezcla mejor con el agua fría. Cuando venía directamente de la
Sierra, esta parte del proceso no era necesaria. De ahí ya pasa a la
llenadora, que puede llenar 5.000 litros a la hora, que es nuestra
capacidad de producción, aunque por desgracia hay muchos días, como
hoy, en que tiene que estar parada. Llena los lunes, y en verano, dos
días a la semana, y gracias a la automatización, todo el proceso sólo
requiere cuatro personas.
Hoy día, las
botellas de plástico del tipo PET ofrecen a los industriales una
solución liviana, libre de olor e irrompible, con un funcional tapón de
rosca. Evelio nos muestra una cápsula de plástico transparente de 11
centímetros de largo.
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Evolución de las botellas |
E.R.M:
Esto es una botella, pasa por una resistencia, la máquina lo calienta,
pasa por un molde, allí se sopla, se hace grande, se enfría con agua, y
se llena de forma automática. Es una pena, porque el envase de cristal
es el mejor, no toma sabor, pero tiende a desaparecer. Las botellas de ½
litro de cristal ya sólo la hacemos para los bares. Y también es una
pena que el mercado de los sifones haya desaparecido casi del todo,
antes, hasta para el vermú se empleaba sifón, hoy vas a los bares, y no
hay sifón, una lástima, pero se han cargado ese negocio.
En el año 2009 el Ayuntamiento distinguió
a Carbónica Molina con la Medalla de Oro de la ciudad de Béjar, al
cumplirse el 75 aniversario de la marca. Bien cierto es que la empresa
siempre ha destacado por colaborar en toda clase de eventos, desde las
tradicionales fiestas locales de los Arcos de San Juanito, a patrocinios
culturales, concursos de pintura, exposiciones, corridas de toros, y
también en pruebas deportivas de fútbol infantil, ciclismo, o maratones.
Ya en 2004 la Cámara de Comercio e Industria de la ciudad había
concedido a Molina la Medalla por “su trayectoria ejercida a lo largo de
los años”. Pero las mismas Instituciones que reconocen y premian los
méritos, no tienen reparo a la hora de apoyar la construcción de una
planta crematoria de residuos, justo al lado de Carbónica Molina, y de
otras empresas de alimentación.
E.R.D:
Entre la crisis, la competencia, las grandes superficies, que no sé
cómo pueden vender la gaseosa tan barata, porque haces números y no te
salen, no sé si llegaremos muy lejos. Fíjate que en el año 37 había una
asociación que ponía de acuerdo a los tres fabricantes de Béjar sobre
los precios a establecer, para que no hubiera una competencia desleal.
En esta foto aparece el distribuidor de las cervezas Cruz Blanca, a
veces, le hacíamos el reparto a lugares donde él no llegaba “Oye, ¿me
lleváis una caja de cerveza a tal sitio?”. ¡Cómo han cambiado los
tiempos! Ahora las grandes multinacionales del refresco regalan a sus
clientes la gaseosa que tienen, si le compran sus otros productos, y
ante esa conducta predadora nada se puede hacer, porque ¿Quién lleva a
juicio a un gigante de esos? No los vamos a arruinar, y ellos a nosotros puede que sí.
Mi agradecimiento a mi amigo Javier que me ha hecho llegar este artículo.