A nediados de los 50 en España se convirtió en el sistema más popular para marcar sifones y gaseosas, consiguiendo atractivas botellas de tonos alegres.
En sí, el sistema resulta bastante simple, ya que se trataba esencialmente de una malla de nylon o alambre muy fino sobre la que se colocaba el diseño deseado, tratando posteriormente las partes de la malla que quedaban libres con una especie de barniz. Seguramente se superponía la malla sobre el vidrio y se impregnaba con un esmalte especial del color deseado, compuesto entre otros materiales por arena de sílice, traspasando éste sólo las partes de la malla que habían quedado expuestas.
Tras este proceso únicamente bastaba introducir la pieza en un horno a 600ºC para que el esmalte se vitrificara. De esta manera se podían imprimir diseños con diferentes colores, si bien debía repetirse todo el proceso para cada uno de ellos, por lo que la tendencia general fue la impresión a uno o dos colores, pues añadir alguno más encarecía muchísimo el coste de fabricación.
En un momento en que se contabilizaban más de 5.000 empresas en España, la diferenciación del producto era vital, y además en 1958 se publicó una reglamentación que obligaba a que figurara en los envases "necesariamente grabado o impreso en forma indeleble en el tapón o en el cuerpo de los mismos el nombre o marca del fabricante y el nº de registro", así que la práctica totalidad de los pequeños fabricantes, incluso los que anteriormente habían optado por no marcar sus botellas, se decidieron a grabar sus botellas, utilizando esta técnica y dejándonos así su legado en forma de simples envases a los que hoy en día se empieza a considerar como auténticas piezas de museo.
Sifones serigrafiados |
Isábal Mallén, Silvia. Historia de las fábricas de bebidas carbónicas en La Litera. Littera 3. Revista de estudios literanos. Centro de Estudios Literanos.
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