Hemingway y el Hotel Suizo
En estos
días viene que ni pintado el nombre de Ernest
Miller Hemingway por la huella y los recuerdos entrañables que el
escritor de Oak Park (Illinois, EE UU), dejó
en todas las ciudades de España donde vivió y sobre todo en Galicia.
Los dos veranos de 1927 y 1929 que disfrutó en Galicia en el Hotel Suizo de Santiago de Compostela, fueron la fuente de inspiración para su obra “Adiós a las armas” debido a la íntima relación que Hemingway sintió con la Galicia de entonces. Hoy, en el remodelado Hotel Suizo de la Plaza de Mazarelos, una silla vacía evoca su recuerdo y el espíritu del genial escritor que vive aún entre esas paredes, compartiendo tertulia con un joven Torrente Ballester o con su paisana Ruth Matilda Andersen, al calor de los buenos vinos y de otros deliciosos productos gallegos. El caso es que Carlos Casares, nuestro homenajeado “…das letras Galegas do presente ano ”, fue un admirador del premio Nobel norteamericano por su relación directa con Galicia, dedicándole el libro “Hemingway en Galicia” (Galaxia 1999).
En el libro de cartas,“Selected Letters”(1981), editado por la fundación del escritor en su pueblo natal, Hemingway relata en una de ellas que dirige a un amigo, los muchos viajes que hizo a La Coruña, Orense, Vigo y Noya, y en otra recomienda a su compañero de profesión John dos Passos que vaya a Galicia por mar y que en Vigo tome un taxi para trasladarse a Santiago, pero que antes se desvíe a Noya porque le iba a gustar muchísimo… Para Hemigway, Santiago de Compostela era la ciudad más hermosa que había visto jamás…
Cuando llegó
a Vigo relató… “las montañas llegan hasta el mar, parecen dinosaurios dormidos…” y al observar la lucha de los pescadores
de la ría capturando atunes, descubrió al héroe que andaba buscando, esa
fuerza física y humana que siempre admiró desde niño y que unido al culto por el
alcohol, conformaban gran parte de la filosofía de su vida. En “El viejo y el mar”, pone en
evidencia a los pescadores que vio en la ría de Vigo en el 1921, aunque
trasladado al Caribe en forma de un pescador que captura un auténtico monstruo
submarino con el que lucha con fiereza, en un esfuerzo desigual entre el hombre
y la naturaleza. Sobre esta búsqueda su mujer le dijo…“no te afanes más en buscar cuál es el verdadero español, porque el
verdadero español eres tú”.
Ernest Hemingway visto por el autor de este artículo, Miguel Ángel Martínez Coello |
El Sifón del Café Suizo
El 3 de
junio de 1845, dos suizos, Pedro Fanconi
y Francisco Matossi inauguraron el primer Café Suizo en Madrid y a partir de ahí fueron sembrando cafés “Suizo”
por las más importantes provincias españolas como Bilbao, Burgos, Zaragoza o
Santander. Sus exquisitas decoraciones, las mesas de mármol, el color escarlata
de las paredes, los espejos... así como los mejores materiales de la época, eran
todo un referente de lujo y distinción. Durante 1860 se hizo famoso el café por
su chocolate, café doña mariquita y su esmerado servicio, además de albergar
las tertulias y servir como “tribuna pública”
para enterarse de las últimas noticias de primera mano. Más tarde fueron
incorporando la oferta del Hotel por las ciudades que ofrecían más
posibilidades de negocio, como el Hotel
Suizo de Santiago de Compostela, el Café
Suizo de Vigo o el Hotel Suizo de Ferrol, que está aún en
pleno funcionamiento. El Hotel Suizo de
Santiago de Compostela data de 1904, estaba ubicado en el número 18 de la
calle Cardenal Paya en una esquina de la plaza de Mazarelos y era propiedad de Antonio
Mengotti y más tarde de su hijo Alfredo.
Café Suizo de Santiago, postal propiedad de Miguel Ángel Martínez |
Sin embargo
la aparición del sifón del Café Suizo
de Santiago de Compostela, aunque en principio fue sólo producto de un
descubrimiento casual, se convirtió en una investigación en toda regla motivada
por la relación del Hotel Suizo con Hemingway. Aprovecho para recordar que
llevo cultivando la afición por la investigación sobre las fábricas de Seltz,
gaseosas, cervezas y aguas minerales
de Galicia, que publico en El Faro de Vigo y otros medios, lo que llevó a que el encuentro
con este sifón fuese algo más que un simple encuentro.
En la
búsqueda y persecución por todo lo mejor de la época, no podía faltar el
moderno invento del sifón para servir el agua
de seltz que en aquellos momentos era considerada medicinal y por supuesto
de restringido acceso a la clase no pudiente que era la más. El 5 de mayo de este año publiqué en el Faro de Vigo el artículo “…Del
agua de seltz al sifón” , en el que comentaba cómo en 1771 Joseph Priestley había ideado un
sistema para producir el agua carbonatada y como Savarese en 1832 inventó la manera de fijar una válvula permanentemente
sobre el cuello de las botellas, lo que hizo que se hiciese popular en toda Europa. A partir de ahí las principales
fábricas de cristal de Europa, sobre todo en Bohemia, se esmeraron en producir
magníficos envases de refinado relieve y colores extraordinarios.
Sifón perlado de color rosa y estampado al ácido del Café Suizo. Fotografía: Miguel Ángel Martínez |
Los colores
más llamativos se lograban al añadir determinados minerales al vidrio en la fundición,
como el cobalto, que da tonos azules, el uranio, que logra tonos amarillos-verdosos
que reaccionan brillando ante la luz negra o el selenio, con el que se logra el color rosa que posee el sifón del Café
Suizo que hoy es protagonista. Por si todo esto fuera poco y para rizar
el rizo, los maestros vidrieros de Bohemia
idearon los “perlés” que son como
unas pequeñas burbujas en espiral incrustadas en el mismo cristal, cuya
realización estaba a cargo de maestros especializados que guardaban ésta
técnica celosamente y sólo lo usaban en encargos muy especiales, sobre todo muy
caros. Aún hay que añadir que el grabado del sifón se hacía al ácido, mediante
una técnica muy difícil que estaba en manos de artistas grabadores de Paris que
al final de cada grabado en el sifón firmaban la pieza. En el grabado se hace
resaltar el escudo del Café Suizo que elaboraba su
propio seltz y la FÁBRICA DE BEBIDAS
GASEOSAS DEL CAFÉ SUIZO - Rua Nueva 18 – SANTIAGO, y por supuesto a un lado del
grabado en la parte inferior, la firma del autor C Chounard – París.
Esta joya ha
quedado como testigo de una época, en la que Ruth Matilda Anderson, Hernest Hemingway, Montero Ríos, Edith Wharton, Torrente
Ballester… y lo más granado de ésas épocas lo acariciaron con sus manos e
hizo que el destino recordara una época y unas personas que en mayor o menor
medida lograron la Galicia que estamos disfrutando.
Ernest Hemingway con un sifón en la mano (Presumiblemente de la marca Odériz, de Pamplona). Fotografía propiedad de Julio Oubiña, de la exposición sobre Hemingway en Pamplona. |
“El secreto de la sabiduría, del
poder y del conocimiento es la humildad.”
Ernest Miller
Hemingway
Miguel Ángel Martínez Coello
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