Los fines del estudio
Este
trabajo es una pequeña aproximación el estudio de la fabricación de las
gaseosas y sifones de la provincia de Lugo,
que viene a llenar el vacío sobre el tema tanto a nivel provincial como
gallego.
Afortunadamente,
van surgiendo pequeños estudios muy concretos de alguna antigua fábrica o
envase, pero se observa que en la mayoría de los casos son trabajos aislados
sin más finalidad que la de tratar el asunto por encima, sin profundizar sobre
la verdadera importancia de una industria que fue uno de los elementos
propulsores en la economía gallega durante mucho tiempo.
Pretendo con
estos escritos el motivar a las instituciones y a todos los gallegos para
recuperar los viejos testigos del olvido y poner en valor uno de los motores
primarios de los primeros promotores industriales de Galicia que, desparramados
por todo el territorio, contribuyeron al desarrollo social de muchos gallegos.
Para llevar a cabo este proyecto, es
preciso realizar:
- Un
análisis y catalogación de las piezas de los envases antiguos que se puedan
encontrar.
-
Recabar documentación en registros oficiales y particulares para comparar cada
una de las piezas e identificarlas.
- Estudio
de campo de las antiguas fábricas, ubicaciones y entrevistas personales a
vecinos, familiares o antiguos dueños.
El origen de las aguas carbonatadas
Para iniciar
el estudio sobre las aguas carbonatadas,
es necesario diferenciar las naturales de las artificiales. Es decir, saber
cuáles son las aguas carbónicas que surgen de la tierra de manera natural, y
las que son producidas por medios artificiales, con máquinas o procesos
químicos con los que imitar a las aguas de Seltz
naturales como las del pueblo de Seltz, situado cerca de las montañas Taunus en el sur de Alemania, que fueron las que dieron origen el nombre de “Seltz”.
- El
agua carbónica o Seltz natural es
aquel agua mineral que aflora naturalmente, fue muy valorada ya en la época
romana a causa de sus virtudes terapéuticas, cura de males del aparato
digestivo, afecciones de la piel, y muchas otras enfermedades, inclusive las de
tipo mental como la depresión o la melancolía.
Al lado de
los manantiales se desarrolló durante siglos un floreciente negocio balneario,
donde la gente iba tomar las aguas o en tiempos más recientes, comprarlas ya
embotelladas para no tener que desplazarse al manantial e incluso exportarlas.
En la
provincia de Lugo tienen gran
importancia los manantiales naturales de Guitiriz,
Fontoria, Termas romanas de Lugo,
Augas Santas en Pantón, Fontecelta
en Sarria, las Aguas ferruginosas de
O Incio… entre otras.
- El
agua carbonatada o agua de Seltz
artificial. Desde el s.XVII y debido las propiedades del agua de Seltz natural, surgieron muchos
médicos, farmacéuticos o químicos que consiguieron carbonatar el agua y de este
modo no tener que ir al manantial, elaborándola artificialmente. En 1840
aparecieron en París los primeros
aparatos para carbonatar el agua, llamados selzógenos.
Las primeras máquinas saturadoras se
deben al parisino Hermann- Lachapelle, que
fue unos de los pioneros en fabricarlas. De ahí el invento fue evolucionando
hasta hacer más sencillo el proceso y así poder tener una pequeña fábrica de
gaseosas y sifones sin riesgos y pocas complicaciones.
Las bebidas carbónicas
La fabricación sifones de seltz
Fueron los
primeros envases en comercializarse. En un principio fue prescrita para los
enfermos por sus virtudes terapéuticas, y más adelante se popularizó como
bebida refrescante o para rebajar las bebidas alcohólicas de alta graduación y
sobre todo para añadir al vermú.
El compuesto
del sifón es agua saturado de gas carbónico a una presión de no más de un 10%.
El proceso
de fabricación es sencillo. Se mezcla el agua con gas carbónico en una máquina llamada
saturadora hasta obtener el nivel de
presión adecuado, luego se pasa por un conducto a la máquina llenadora de
los sifones. Este proceso requiere ciertas medidas de
seguridad, puesto que al manipular los sifones, pueden explotar las
botellas.
La principal
fuente de comercialización fueron las farmacias, en las cuales se vendían por
botellas o también por vasos como bebida en el mismo establecimiento. Esto era
debido a que el envase de vidrio era muy caro por el grosor del mismo y la procedencia,
pues en algunos casos procedían de la
Bohemia en Checoeslovaquia. Las
mismas farmacias eran las fabricantes del agua
carbonatada o de Seltz. Más
tarde los “Salones de té” o “Varietés” destinados a un público
selecto, ya disponían de su máquina saturadora
y llenadora para su distinguida clientela. A continuación se fue popularizando
en cafés, bares, tiendas de ultramarinos
y comercios como un artículo de venta más. Al final surgieron las fábricas que
llenaban los sifones, las gaseosas y algunas hasta hacían refrescos de
distintos sabores que se acomodaban el gusto de la gente del entorno que los
consumía.
Los envases de sifón
Los primeros
envases venían de la zona de Bohemia - Checoslovaquia,
que fue donde se hicieron los sifones más singulares por las formas y los
colores de los vidrios. Estos se llevaban principalmente a París para su grabado “al ácido”
con el que se conseguían verdaderas obras de arte. De éstos conserva un sifón de La Inglesa Nº Fab. 3453 de Antonio
Berbetoros Rodriguez que
tenía la fábrica en la Rúa Tinería 15 de
Lugo.
Otros venían
de Londres, y estaban hechos de
vidrio liso transparente en el que se hacía también el grabado “al ácido”. Estos eran comprados principalmente
por las fábricas de la Marina Lucense
como Foz, Viveiro o Ribaso entre
otros, debido a la cercanía con el puerto de Santander que era adonde llegaban los pedidos londinenses. Como
por ejemplo, el sifón de M Mourenza
de Foz.
En España,
se hacían en Barcelona con Viudas de Vilella, Barranca, Olcina…, o en Madrid con Vázquez del Saz,
que no solo fabricaban y montaban las máquinas, grifería y el equipamiento, sino
que además servían los envases ya personalizados en el vidrio mediante grabado “al ácido o a la arena”, incluso fabricaron
las famosas botellas de “pito” lisas
o en relieve.
Hay que
decir que los grabados “a la arena o al
ácido” españoles eran de muy baja
calidad, en comparación con los grabadores de París, considerados los mejores
de todos los tiempos, verdaderas obras de arte que iban firmadas por el artista
o taller.
Más adelante,
ya a mediados de los años 1950, se
comenzó a popularizar la serigrafía en los envases de vidrio, en el que se le imprimía
el anagrama y textos del fabricante en uno o varios colores.
El envase de
sifón fue el que más procesos sufrió por la evolución y cambios de los
estándares que las autoridades sanitarias fueron exigiendo al largo del tiempo.
En
definitiva, pasó de ser un sifón de vidrio de bohemia con mecanismo metálico de
hermosa factura, es decir, una verdadera obra de arte, a ser un sifón hecho
totalmente de plástico.
La fabricación de las gaseosas
A gaseosa
fue concebida como bebida refrescante para beber sola o mezclada con vino o
cerveza.
La composición
es de agua mezclado con gas carbónico en menor
concentración que para el sifón,
y que no suene pasar de los 5k/cm2, a la que se le añade una
pequeña porción de “jarabe” que viene
a ser una mezcla de extracto de limón, ácido cítrico y azúcar o sacarina, o un
compuesto similar hecho al gusto del fabricante para distinguir el sabor de
otras gaseosas.
Para
realizar el proceso, se usaba la jarabeadora
que dosificaba la proporción ajustando el jarabe al agua. De este modo se
lograba un producto original que el
fabricante guardaba en secreto para que el resultado de “dulzura y acidez” fuese siempre el mismo.
Los envases de “bolita o pito”
El principal
problema que tenían las primeras gaseosas era el cierre, es decir, la manera de
taponar la botella para que no se le escapara el gas. Al principio se
utilizaron las de “pito o bolita”.
Eran unas botellas de no más de medio litro que contenía una bolita de
vidrio alojada en un estrechamiento del envase. La presión del gas hacía que la
“bolita” subiera taponando la boca de la botella y el gas no saliera. Esto
tenía muchos problemas tanto en el llenado como en el vaciado a la hora de servirla,
pues para verter el líquido había que presionar con el dedo hacia dentro. Los
problemas de higiene hicieron que se abandonara su uso y desaparecieran del
mercado allá por el año 1955, que fue cuando se prohibió su utilización definitivamente.
Se conserva alguna botella de “pito”
en relieve como la de Villa Emma
-Lourido Saavedra de Meira.
Los envases de “cierre corona y cierre
mecánico”
Los primeros
envases de eran pequeños, de no más de 400cc, de vidrio liso al que se le
adhería una etiqueta, pero esto generaba recelo entre los fabricantes ya que
llenaban los envases de otros, hasta que aparecieron las de relieve en el que figuraba
la marca del llenador, lo cual impedía su uso por otra marca.
La aparición
del cierre mecánico para las botellas de litro y de 400 cc y el cierre de corona o “chapa” mejoró mucho
la fabricación y conservación de la bebida, pudiendo abaratar los costes de fabricación y reparto. También la producción nacional de las mismas
y la impresión de la serigrafía y
marcaje del fabricante agilizaron la comercialización y el consumo, creando un
abanico de fábricas por todo el territorio que dieron valor y riqueza a muchas
familias gallegas.
Los refrescos
A raíz del éxito de las gaseosas, algunos
fabricantes decidieron aumentar la dosis del jarabe para conseguir un refresco
para acomodarlo a las preferencias de su clientela. De este modo salieron al
mercado refrescos de limón, naranja, fresa o cola como el popular Col-Gym de La Glacial en Riotorto. Tuvieron
un amplio mercado los de Gasba de Vioalle, los de Cao en Monforte, de
Manuel Lopez Baamonde con el Pum
Limón, también en Monforte,
entre otros.
Otras actividades
A
manipulación del agua llevó a un buen número de fabricantes a elaboración de
hielo. De este modo se ampliaba el negocio al servir la bebida y el medio para
conservarla. El hielo se repartía en barras y se distribuía en un carro o
camión en los últimos tiempos. Las "barras" se espolvoreaban con serrín para que no
se pegaran y así ir cortando trozos según los deseos de los clientes, mientras
los más pequeños esperaban el turno por algún trocito de hielo que pudieran
regalarles.
En menor
medida otros fabricaban también Lejía.
Miguel Ángel Martínez Coello
Fotografías propiedad de M.A. Martínez
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