Un recorrido por los primeros tiempos de estas bebidas
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sábado, 23 de noviembre de 2019
..........Espumosos Batiste, de Artesa de Lleida
En esta entrada vamos a compartir un reportaje, que se encuentra disponible en Youtube, sobre la empresa Espumosos Batiste, de la localidad de Artesa de Lleida. El documental recoge la historia de esta industria, que se mantuvo en activo durante el periodo 1925-2008. Sin embargo, lo que resulta más valioso es que sus propietarios recrean en él los procesos de la fabricación tanto de gaseosas como de sifones. Vemos los procesos de llenado, de lavado, de distribución del jarabe... explicados de forma muy didáctica. Si alguno de los que lo veis os habéis criado en una fábrica de gaseosas, como es mi caso, seguro que os sentiréis invadidos por un intenso sentimiento de nostalgia.
sábado, 20 de abril de 2019
..........«La fabuleuse épopée des siphons à eau de Seltz»
Aunque este blog siempre ha pretendido aportar datos sobre la fabricación de gaseosas y sifones en España, me resulta imposible sustraerme a hablar de un precioso libro francés: La fabuleuse épopée des siphons à eau de Seltz (La fabulosa epopeya de los sifones de agua de Seltz), escrito por Frédéric Nortier, propietario de una de las mayores y mejores colecciones de sifones del planeta.
Se trata de un libro de bella factura, maquetación exquisita y ameno contenido, que explica la historia y evolución de los diferentes envases diseñados para contener el agua de Seltz.
Lo cierto es que el sifón nació en Francia, y en ese país tuvo un esplendor que no conoció en España, cuyos ejemplares más preciosos provienen precisamente de allí. También vinieron de Francia los aparatos Briet, Fèvre y Lhote y las primeras máquinas utilizadas en la producción de bebidas gaseosas (Hermann-Lachapelle, Guéret, Gilles, Mondollot...).
Aunque España fue a remolque del país galo en los primeros años de vida de esta industria, la evolución de los dos países fue totalmente diferente. En Francia su consumo estuvo muy asociado al ámbito de la hostelería (bistrós, restaurantes y cafés) y su uso fue en declive a partir de la Segunda Guerra Mundial, mientras que en España el consumo doméstico continuó siendo muy importante, garantizado por los más de 5.000 fabricantes que había en los años 60, pudiéndose todavía adquirir sifones de cristal en la actualidad.
Sin embargo, y a pesar de que la historia que relata el libro no sea del todo extrapolable a la de esta particular industria en España, el libro no carece de interés para cualquier coleccionista, ya que en sus numerosas imágenes podemos encontrarnos con incontables tipos de sifones de todos los tipos —no solamente franceses—, muchos de ellos piezas únicas e irrepetibles. Entre ellos, seltzógenos y gasógenos de formas extrañas cuyo funcionamiento hoy nos parece imposible, sparklets de cabezas variadas y materiales diversos, aparatos de Lhote, Hérault y Gennotte de porcelana decorados con mimo...Pero también, por supuesto, sifones de cristal, de los que se muestran todas las formas posibles (de la garrafa, de la cabeza y hasta del tubo), colores, efectos del vidrio, tipos de grabado...Todo ello perfectamente explicado y detallado, con consejos para los que los coleccionamos y manipulamos.
Entre las ilustraciones del libro encontramos también folletos y anuncios con las instrucciones originales para su uso, antiguas fotografías y publicidades de las casas comercializadoras y fabricantes, postales de época en las que el sifón juega un papel importante, cuadros de famosos pintores que incluyeron el sifón en sus creaciones...
En resumen, todo un deleite para los que pensamos que el sifón no solamente posee un valor histórico, sino que además apreciamos su valor artístico, demostrado con creces en las imágenes de este libro.
La fabuleuse épopée des siphons à eau de Seltz
Frédéric Nortier
Le Livre D´Art, 2018
Se trata de un libro de bella factura, maquetación exquisita y ameno contenido, que explica la historia y evolución de los diferentes envases diseñados para contener el agua de Seltz.
Lo cierto es que el sifón nació en Francia, y en ese país tuvo un esplendor que no conoció en España, cuyos ejemplares más preciosos provienen precisamente de allí. También vinieron de Francia los aparatos Briet, Fèvre y Lhote y las primeras máquinas utilizadas en la producción de bebidas gaseosas (Hermann-Lachapelle, Guéret, Gilles, Mondollot...).
Aunque España fue a remolque del país galo en los primeros años de vida de esta industria, la evolución de los dos países fue totalmente diferente. En Francia su consumo estuvo muy asociado al ámbito de la hostelería (bistrós, restaurantes y cafés) y su uso fue en declive a partir de la Segunda Guerra Mundial, mientras que en España el consumo doméstico continuó siendo muy importante, garantizado por los más de 5.000 fabricantes que había en los años 60, pudiéndose todavía adquirir sifones de cristal en la actualidad.
Sin embargo, y a pesar de que la historia que relata el libro no sea del todo extrapolable a la de esta particular industria en España, el libro no carece de interés para cualquier coleccionista, ya que en sus numerosas imágenes podemos encontrarnos con incontables tipos de sifones de todos los tipos —no solamente franceses—, muchos de ellos piezas únicas e irrepetibles. Entre ellos, seltzógenos y gasógenos de formas extrañas cuyo funcionamiento hoy nos parece imposible, sparklets de cabezas variadas y materiales diversos, aparatos de Lhote, Hérault y Gennotte de porcelana decorados con mimo...Pero también, por supuesto, sifones de cristal, de los que se muestran todas las formas posibles (de la garrafa, de la cabeza y hasta del tubo), colores, efectos del vidrio, tipos de grabado...Todo ello perfectamente explicado y detallado, con consejos para los que los coleccionamos y manipulamos.
Entre las ilustraciones del libro encontramos también folletos y anuncios con las instrucciones originales para su uso, antiguas fotografías y publicidades de las casas comercializadoras y fabricantes, postales de época en las que el sifón juega un papel importante, cuadros de famosos pintores que incluyeron el sifón en sus creaciones...
En resumen, todo un deleite para los que pensamos que el sifón no solamente posee un valor histórico, sino que además apreciamos su valor artístico, demostrado con creces en las imágenes de este libro.
La fabuleuse épopée des siphons à eau de Seltz
Frédéric Nortier
Le Livre D´Art, 2018
jueves, 18 de abril de 2019
..........Introducción al estudio de las gaseosas y bebidas carbonatadas de Lugo
A continuación reproducimos la segunda ponencia de Miguel Ángel Martínez Coello en las VIII Xornadas da Historia de Riotorto. En ella, el autor nos ofrece una visión global de la historia de la fabricación de bebidas carbónicas en la provincia de Lugo, al mismo tiempo que aboga por la recuperación de la memoria de este tipo de industrias, algo que se apoya totalmente desde este blog.
Los fines del estudio
Este
trabajo es una pequeña aproximación el estudio de la fabricación de las
gaseosas y sifones de la provincia de Lugo,
que viene a llenar el vacío sobre el tema tanto a nivel provincial como
gallego.
Afortunadamente,
van surgiendo pequeños estudios muy concretos de alguna antigua fábrica o
envase, pero se observa que en la mayoría de los casos son trabajos aislados
sin más finalidad que la de tratar el asunto por encima, sin profundizar sobre
la verdadera importancia de una industria que fue uno de los elementos
propulsores en la economía gallega durante mucho tiempo.
Pretendo con
estos escritos el motivar a las instituciones y a todos los gallegos para
recuperar los viejos testigos del olvido y poner en valor uno de los motores
primarios de los primeros promotores industriales de Galicia que, desparramados
por todo el territorio, contribuyeron al desarrollo social de muchos gallegos.
Para llevar a cabo este proyecto, es
preciso realizar:
- Un
análisis y catalogación de las piezas de los envases antiguos que se puedan
encontrar.
-
Recabar documentación en registros oficiales y particulares para comparar cada
una de las piezas e identificarlas.
- Estudio
de campo de las antiguas fábricas, ubicaciones y entrevistas personales a
vecinos, familiares o antiguos dueños.
El origen de las aguas carbonatadas
Para iniciar
el estudio sobre las aguas carbonatadas,
es necesario diferenciar las naturales de las artificiales. Es decir, saber
cuáles son las aguas carbónicas que surgen de la tierra de manera natural, y
las que son producidas por medios artificiales, con máquinas o procesos
químicos con los que imitar a las aguas de Seltz
naturales como las del pueblo de Seltz, situado cerca de las montañas Taunus en el sur de Alemania, que fueron las que dieron origen el nombre de “Seltz”.
- El
agua carbónica o Seltz natural es
aquel agua mineral que aflora naturalmente, fue muy valorada ya en la época
romana a causa de sus virtudes terapéuticas, cura de males del aparato
digestivo, afecciones de la piel, y muchas otras enfermedades, inclusive las de
tipo mental como la depresión o la melancolía.
Al lado de
los manantiales se desarrolló durante siglos un floreciente negocio balneario,
donde la gente iba tomar las aguas o en tiempos más recientes, comprarlas ya
embotelladas para no tener que desplazarse al manantial e incluso exportarlas.
En la
provincia de Lugo tienen gran
importancia los manantiales naturales de Guitiriz,
Fontoria, Termas romanas de Lugo,
Augas Santas en Pantón, Fontecelta
en Sarria, las Aguas ferruginosas de
O Incio… entre otras.
- El
agua carbonatada o agua de Seltz
artificial. Desde el s.XVII y debido las propiedades del agua de Seltz natural, surgieron muchos
médicos, farmacéuticos o químicos que consiguieron carbonatar el agua y de este
modo no tener que ir al manantial, elaborándola artificialmente. En 1840
aparecieron en París los primeros
aparatos para carbonatar el agua, llamados selzógenos.
Las primeras máquinas saturadoras se
deben al parisino Hermann- Lachapelle, que
fue unos de los pioneros en fabricarlas. De ahí el invento fue evolucionando
hasta hacer más sencillo el proceso y así poder tener una pequeña fábrica de
gaseosas y sifones sin riesgos y pocas complicaciones.
Las bebidas carbónicas
La fabricación sifones de seltz
Fueron los
primeros envases en comercializarse. En un principio fue prescrita para los
enfermos por sus virtudes terapéuticas, y más adelante se popularizó como
bebida refrescante o para rebajar las bebidas alcohólicas de alta graduación y
sobre todo para añadir al vermú.
El compuesto
del sifón es agua saturado de gas carbónico a una presión de no más de un 10%.
El proceso
de fabricación es sencillo. Se mezcla el agua con gas carbónico en una máquina llamada
saturadora hasta obtener el nivel de
presión adecuado, luego se pasa por un conducto a la máquina llenadora de
los sifones. Este proceso requiere ciertas medidas de
seguridad, puesto que al manipular los sifones, pueden explotar las
botellas.
La principal
fuente de comercialización fueron las farmacias, en las cuales se vendían por
botellas o también por vasos como bebida en el mismo establecimiento. Esto era
debido a que el envase de vidrio era muy caro por el grosor del mismo y la procedencia,
pues en algunos casos procedían de la
Bohemia en Checoeslovaquia. Las
mismas farmacias eran las fabricantes del agua
carbonatada o de Seltz. Más
tarde los “Salones de té” o “Varietés” destinados a un público
selecto, ya disponían de su máquina saturadora
y llenadora para su distinguida clientela. A continuación se fue popularizando
en cafés, bares, tiendas de ultramarinos
y comercios como un artículo de venta más. Al final surgieron las fábricas que
llenaban los sifones, las gaseosas y algunas hasta hacían refrescos de
distintos sabores que se acomodaban el gusto de la gente del entorno que los
consumía.
Los envases de sifón
Los primeros
envases venían de la zona de Bohemia - Checoslovaquia,
que fue donde se hicieron los sifones más singulares por las formas y los
colores de los vidrios. Estos se llevaban principalmente a París para su grabado “al ácido”
con el que se conseguían verdaderas obras de arte. De éstos conserva un sifón de La Inglesa Nº Fab. 3453 de Antonio
Berbetoros Rodriguez que
tenía la fábrica en la Rúa Tinería 15 de
Lugo.
Otros venían
de Londres, y estaban hechos de
vidrio liso transparente en el que se hacía también el grabado “al ácido”. Estos eran comprados principalmente
por las fábricas de la Marina Lucense
como Foz, Viveiro o Ribaso entre
otros, debido a la cercanía con el puerto de Santander que era adonde llegaban los pedidos londinenses. Como
por ejemplo, el sifón de M Mourenza
de Foz.
En España,
se hacían en Barcelona con Viudas de Vilella, Barranca, Olcina…, o en Madrid con Vázquez del Saz,
que no solo fabricaban y montaban las máquinas, grifería y el equipamiento, sino
que además servían los envases ya personalizados en el vidrio mediante grabado “al ácido o a la arena”, incluso fabricaron
las famosas botellas de “pito” lisas
o en relieve.
Hay que
decir que los grabados “a la arena o al
ácido” españoles eran de muy baja
calidad, en comparación con los grabadores de París, considerados los mejores
de todos los tiempos, verdaderas obras de arte que iban firmadas por el artista
o taller.
Más adelante,
ya a mediados de los años 1950, se
comenzó a popularizar la serigrafía en los envases de vidrio, en el que se le imprimía
el anagrama y textos del fabricante en uno o varios colores.
El envase de
sifón fue el que más procesos sufrió por la evolución y cambios de los
estándares que las autoridades sanitarias fueron exigiendo al largo del tiempo.
En
definitiva, pasó de ser un sifón de vidrio de bohemia con mecanismo metálico de
hermosa factura, es decir, una verdadera obra de arte, a ser un sifón hecho
totalmente de plástico.
La fabricación de las gaseosas
A gaseosa
fue concebida como bebida refrescante para beber sola o mezclada con vino o
cerveza.
La composición
es de agua mezclado con gas carbónico en menor
concentración que para el sifón,
y que no suene pasar de los 5k/cm2, a la que se le añade una
pequeña porción de “jarabe” que viene
a ser una mezcla de extracto de limón, ácido cítrico y azúcar o sacarina, o un
compuesto similar hecho al gusto del fabricante para distinguir el sabor de
otras gaseosas.
Para
realizar el proceso, se usaba la jarabeadora
que dosificaba la proporción ajustando el jarabe al agua. De este modo se
lograba un producto original que el
fabricante guardaba en secreto para que el resultado de “dulzura y acidez” fuese siempre el mismo.
Los envases de “bolita o pito”
El principal
problema que tenían las primeras gaseosas era el cierre, es decir, la manera de
taponar la botella para que no se le escapara el gas. Al principio se
utilizaron las de “pito o bolita”.
Eran unas botellas de no más de medio litro que contenía una bolita de
vidrio alojada en un estrechamiento del envase. La presión del gas hacía que la
“bolita” subiera taponando la boca de la botella y el gas no saliera. Esto
tenía muchos problemas tanto en el llenado como en el vaciado a la hora de servirla,
pues para verter el líquido había que presionar con el dedo hacia dentro. Los
problemas de higiene hicieron que se abandonara su uso y desaparecieran del
mercado allá por el año 1955, que fue cuando se prohibió su utilización definitivamente.
Se conserva alguna botella de “pito”
en relieve como la de Villa Emma
-Lourido Saavedra de Meira.
Los envases de “cierre corona y cierre
mecánico”
Los primeros
envases de eran pequeños, de no más de 400cc, de vidrio liso al que se le
adhería una etiqueta, pero esto generaba recelo entre los fabricantes ya que
llenaban los envases de otros, hasta que aparecieron las de relieve en el que figuraba
la marca del llenador, lo cual impedía su uso por otra marca.
La aparición
del cierre mecánico para las botellas de litro y de 400 cc y el cierre de corona o “chapa” mejoró mucho
la fabricación y conservación de la bebida, pudiendo abaratar los costes de fabricación y reparto. También la producción nacional de las mismas
y la impresión de la serigrafía y
marcaje del fabricante agilizaron la comercialización y el consumo, creando un
abanico de fábricas por todo el territorio que dieron valor y riqueza a muchas
familias gallegas.
Los refrescos
A raíz del éxito de las gaseosas, algunos
fabricantes decidieron aumentar la dosis del jarabe para conseguir un refresco
para acomodarlo a las preferencias de su clientela. De este modo salieron al
mercado refrescos de limón, naranja, fresa o cola como el popular Col-Gym de La Glacial en Riotorto. Tuvieron
un amplio mercado los de Gasba de Vioalle, los de Cao en Monforte, de
Manuel Lopez Baamonde con el Pum
Limón, también en Monforte,
entre otros.
Otras actividades
A
manipulación del agua llevó a un buen número de fabricantes a elaboración de
hielo. De este modo se ampliaba el negocio al servir la bebida y el medio para
conservarla. El hielo se repartía en barras y se distribuía en un carro o
camión en los últimos tiempos. Las "barras" se espolvoreaban con serrín para que no
se pegaran y así ir cortando trozos según los deseos de los clientes, mientras
los más pequeños esperaban el turno por algún trocito de hielo que pudieran
regalarles.
En menor
medida otros fabricaban también Lejía.
Miguel Ángel Martínez Coello
Fotografías propiedad de M.A. Martínez
..........La Glacial y otras gaseosas de Lugo
En las VIII Xornadas da Historia de Riotorto, nuestro gran amigo y colaborador Miguel Ángel Martínez Coello fue el encargado de presentar dos ponencias sobre la historia de las bebidas carbónicas en la provincia de Lugo. Con la amabilidad que le caracteriza, nos las ha cedido para su publicación en este blog y antes de reproducir la primera, que repasa la historia de la marca La Glacial, quiero expresar mi reconocimiento a estas jornadas de Riotorto, que han homenajeado así a las antiguas fábricas de gaseosas y sifones, tan importantes en la vida cotidiana de nuestros pueblos.
Fotos propiedad del autor
LA GLACIAL Y OTRAS GASEOSAS DE LUGO
El comienzo
La Glacial es una de las gaseosas de la comarca de Meira, y una de las más
singulares de las tierras altas del Miño,
ubicada en un paraje hermosísimo de un valle lleno de color y belleza sin límites.
Y como no, las aguas de las nacientes son tan puras y cristalinas como el hielo
glacial. Quizás por eso, allá por los años sesenta cuando María Bouso Arias, viuda de Estola
y vecina de As Rodrigas, al probar
aquel agua gélida y cristalina del manantial que brotaba en la propiedad del Sr. Bouso Cortón en el monte llamado
“El Vispo”, se le ocurrió la idea de “bautizar” así su gaseosa… La Glacial. De aquellas hizo tratos con Antonio Rodríguez Rego vecino de Aljibre para hacer los trabajos de
acometida desde donde surgían aquellas aguas, con finalidad de canalizar el
agua desde la naciente mediante unos
caños hasta la casa donde tenía la fábrica. La conducción se hizo enterrada
para garantizar el máximo la pureza del agua y alejarla de posibles agentes
contaminantes. Estos trabajos
finalizaron en octubre del año 1960, y la conducción del agua benefició a María Bouso Arias, que hizo un tanque
de unos 2.000 litros para su fábrica de gaseosas y un grifo para abastecer de agua
corriente a su pariente el Sr.
Bouso Cortón.
Años más
tarde se hizo cargo de la fábrica José
Luis de Carrao, que la mantuvo abierta desde el año 1960 hasta el año 2002.
La Glacial fabricó gaseosas, sifones, refrescos
de limón y naranja y el famoso COL- GYM,
hecho con jarabe de su invención y guardado con un secreto como lo de la Coca-Cola. Mantenía siempre los mismos
proveedores para así garantizar la misma calidad y sabor de sus aguas de
burbujas. José Luis Carrao hizo una
gaseosa a su gusto que no fuera muy dulce, porque para mezclarla con vino, no
puede ser una agua carbonatada demasiado empalagosa ni con sabores o aromas “a
fresas o cosas así”. Hay que tener en cuenta que en verano se celebraban muchas
fiestas, siegas, “mallas”… donde iban familias enteras, amigos, y se reunía
mucha gente con sed… “mucho vino con gaseosa se bebía… Otra cosa era el gas…,
“quizás me pasaba un poco, pero por aquí desde siempre gustó el sonido de la
explosión al abrir la botella”, recuerda.
"Siempre
llenamos las gaseosas en botellas de cristal, pero solo con las de mi marca.
Había algunos que llenaban sus gaseosas en las botellas de otros fabricantes y
de esta manera se perdían muchos envases. De cada vez que había que comprar
botellas con serigrafía exigían un pedido mínimo de 5.000 unidades, y eso para
un fabricante pequeño es mucho".
Los territorios de las burbujas
Los
fabricantes de la comarca no se libraron de la concentración parcelaria gaseosera, inclusive existían competencias
entre los fabricantes por controlar las zonas de venta de cada quien.
“Jose
Fernandez de Palas de Rei,
que llenó la sus gaseosas con el nombre de Froxón,
trabajó desde el año 1949 hasta el 1992, luego vendió la fábrica a otro hombre
que la mantuvo abierta hasta el 2004, después casó con una mujer de A Coruña y marchó para allá. Con Lo de Froxón tenía un acuerdo verbal con
las envasadoras limítrofes… “fue la primera parcelaria gaseosera que se hizo en Galicia”… bromea.
“Del mismo
modo las gaseosas Besteiro de Monterroso no llegaban a Palas de Rei, y los fabricantes de Lugo,
sabían que a partir de Montecalvo,
era territorio de Froxón. La única
excepción es que hubo un tiempo que en Palas
de Rei había dos fábricas de gaseosas, y durante cinco años cada uno hacía
el que podía. Durante ese tiempo, aún cuando el negocio de las gaseosas había
bajado mucho, se trabajó bien para los campamentos juveniles que acampaban a la
orilla del río, donde se vendían bien también los refrescos de naranja y limón.
La Resistente Friolesa también estaba
en el trato con un límite fijado en San
Martiño de Condes.
La edad de
oro de las gaseosas en la Ulloa, de
la Terra de Melide y limítrofes acabó
cuando llegaron las marcas “grandes” que arrasaron con regalos y competencia
desleal, lo que provocó que se rompieran los viejos acuerdos y cada quien tiró
para donde le convino más. De este modo a
Froxón llegó más allá de
Lugo. ”
El Palense José Fernández,
como muchos otros, se deshizo de toda la maquinaria y botellas, y tan sólo
guarda alguna que quedó olvidada… “teníamos
un camión que había sido de La Inglesa
con matrícula LU-992. Ahora siente nostalgia… me gustaría tener algo para hacer un
pequeño museo.”
De cara… el museo de La Glacial
José Luis Carrao, fue y es, un hombre de no tirar
nada, como los gallegos de antes, y quizás también porque tenía espacio de
bastante para tener las cosas viejas, el caso es que ahora atesora un arsenal
de cosas para hacer un gran museo de la gaseosa.
Como bien
decía José Luis, cuando recogía
envases de gaseosas de otros fabricantes, las guardaba en vez de llenarlas como
hacían los demás. Y así juntó sin querer, aunque se deshizo de muchas, una
buena colección de sifones y gaseosas
principalmente de Lugo.
José Luis Carrao (izda) y Miguel Ángel Martínez Coello |
Pero lo que sí
es verdaderamente importante es que conserva toda la maquinaria de fabricación
de las gaseosas La Glacial: la
lavadora de botellas, llenadora de sifones, la saturadora de gas carbónico,
la enfriadora de agua, los filtros de
arena…, que le permitían llenar 500 botellas de gaseosa a hora, así como el
utillaje de trabajo. Y por si todo esto fuera poco posee la última remesa de
envases que no llegó a llenar, además de los primeros camiones que utilizaba
para el reparto y que constituyen por sí
solos la joya de la corona: Un Buick de 1928 y
un Ebro de los 60.
Todo es
ponerse…
Miguel Ángel Martínez Coello
Fotos propiedad del autor