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jueves, 20 de agosto de 2015

..........Las gaseosas de Nabor en Beade y “os arrieiros”

Artículo escrito por Miguel Ángel Martínez Coello



Una de las historias más apasionantes del Ribeiro es la de la “Ruta dos arrieiros” o “Camiño real” que iba desde Ribadavia hasta Pontevedra.  Desde el siglo XV constituía la principal vía de comunicación entre ellas y se empleaba principalmente para acarrear el vino del Ribeiro que llevaban en “pelexos” (pellejos), que hacían los propios arrieiros de Camposancos y de La Graña con la “pel de castrón” (piel de castrón), que a continuación mandaban a Nogarejos (La Bañeza) en tierras de León, donde eran impermeabilizados con pez y que después llenaban con el vino que luego llevaban al puerto de Pontevedra que posteriormente se comercializaba en el País Vasco o en La Bretaña. Ya de vuelta aprovechaban para traer Bacalao seco, raya curada y congrio, sardinas en seco, en salazón, en escabeche o ahumadas, entre otras cosas que a lo largo del camino le iban encomendando la gente además de cerámica y artesanía.
Este relato viene a propósito porque que Beade además de ser uno de los lugares donde cargaban el vino del Ribeiro como el de la viña da xeitosa o de la viña da Portela, es allí donde aún hoy se conserva un kilómetro del camino medieval, y que también era la primera parada que hacían muchos de los arrieiros que salían desde Ribadavia. A lo largo de los setenta kilómetros de recorrido, los arrieiros visitaban los lugares de Muimenta, Cortegazas, Camposancos, A Graña, A Airoa, A Laxe, Pontecaldelas e Marcón antes de llegar a Pontevedra. Los arrieiros acostumbraban llevar para  su trabajo, yeguas o mulas para el acarreo de sus mercancías con las que compartían las tristezas, las alegrías además de las inclemencias del tiempo, que no eran pocas, con los asaltos ocasionales de los bandidos, a lo largo de un camino lleno de riesgos y penalidades. El oficio de arrieiro, pese a que era muy sacrificado, en la mayoría de los casos pasaba de padres a hijos que, aún sin hacer rico a nadie, imprimía cierto estatus social y económico. Recientemente Pablo Rodríguez Fernández “Oitabén” hizo un hermoso trabajo sobre “Os arrieiros” en forma de cómic titulado “Pepiño O arrieiro”, con y para el patrocinio de la comisión de las recientes fiestas de Beade de 2015, en la que desenvuelve la historia de este camino mediante hermosos dibujos en viñetas a tinta china que recrean el ambiente de los arrieiros en el siglo XVIII, cuando las mercancías se pagaban en reales. De la mano de nuestro paisano imaginario “Pepiño” y de Domingos “O bicho da Graña” hacen un recorrido por el camino de los arrieiros desde Ribadavia hasta Pontevedra, sin olvidar el apoyo en los textos y supervisión histórica de Alba Chao.

El que caso es que en Beade existió, hasta mediados del siglo pasado, una de las últimas mulas en activo de la región que se llamaba “Cholito”. Era la mula de Nabor e Benigna, que trabajaba carreteando las cajas de gaseosas que fabricaban en el bajo de su casa a la que le enganchaban un carro de color verde claro y que de esa manera repartían su producto por zona do Ribeiro y los alrededores. El gaseosero se llamaba Nabor Villanueva Raña, nació en el año 1911 y murió el 17 de octubre de 1961 a la edad de 50 años. Tuvo un solo hijo llamado Camilo que murió joven a la edad de 43 años en el año 1980 sin dejar descendencia. Su mujer, que llamaba Benigna Feijoo Raña, tras la muerte de Nabor, llevó adelante la fabricación de gaseosas unos años más con la ayuda de su hijo. Benigna murió en el año 1996 a la edad de 83 años. Tenían la casa-fábrica un poco más adelante del Bar Celta yendo hacia Caldelas y Beiro. La industria de Nabor tenía el número 3909 del registro de las fábricas de gaseosas y sifones de España. 

Edificio que ocupó la fábrica de gaseosas de Nabor en Beade. Foto: M.A. Martínez Coello


En los primeros tiempos, el agua la tomaban de una fuente que estaba muy cerca de su casa llamada “a fonte dos tolos” (la fuente de los locos), que aún existe. Más adelante hicieron un nuevo pozo en su propiedad para de esa manera poder garantizar la calidad y la cantidad de la materia prima. Tuvieron un empleado que se llamada Antonio Cibeira que ya murió y más adelante cogieron otro llamado Antonio Villanueva que aún vive, el caso es que le llamaban “Toniño”  a ambos los dos. Benigna, la mujer de Nabor, era hermana de la abuela de Inés Villanueva y el padre de Nabor era hermano del bisabuelo de Inés, y por lo tanto sobrina de Nabor, que es quien me puso al corriente de los pormenores y facilitó fotos para ilustrar esta bella historia. 

A fonte dos Tolos. Foto: Miguel A. Martínez Coello

Los cascos de sus gaseosas constituyen hoy una joya por ser los herederos da famosa botella “torpedo”, sólo que su base es plana para mantener de pie la botella en vez de posición horizontal que tenía la original torpedo” para así mantener húmedo el corcho y que no saliese el gas, aunque en los comienzos también emplearon la de “Bola” conocida como la “botella Codd” llamada así porque es a quien se atribuye la invención, y que poco a poco fueron sustituyendo por culpa de la prohibición de su empleo por Sanidad en los años 50 del siglo pasado. Este casco era liso y sin ningún tipo de relieve. 

Modelo de botella. Foto: M.A. Martínez Coello

Su producción fue sencilla y escasa, calculándose una rotación de unos 1.000-1500 envases que no iban serigrafiados y que se cerraban por medio de una chapa. La mayor virtud de las gaseosas de Nabor era que a pesar de la dura competencia con los fabricantes de los alrededores, tales como  Hermida de Leiro, Blancote de Paredes-Leiro, Amadeo Neira, El Mexicano, Dieguez y Gómez en Ribadavia,  E-V-CH en Francelos-Ribadavia, Xouba en Ventosela y Avelino Martínez Rosendo de San Justo de Avión, llenaba su parcela comercial casi en exclusiva con los vecinos del lugar y alrededores, con los viajeros y arrieiros que iban de paso camino de Camposancos, Alto da Rasa, Cortegazas o a Chan de Covelo que demandaban un producto fresco que pudiesen consumir allí mismo y no tener que cargar con el pesado casco una vez vacío de gaseosa, que tenían que devolver ya que de lo contrario estaban obligados a abonar el envase. Ya en los últimos tempos para hacer el reparto de sus gaseosas, compró un coche viejo “que xa estaba para tiralo” (que ya estaba para tirarlo), a un taxista de Ribadavia que le llamaban “O Calavera”

Coche perteneciente a la fábrica de gaseosas de Nabor

Son muchas las historias vinculadas a Nabor con Beade y los arrieiros, tal vez por el vínculo que la mula “Cholito” generó, como un recuerdo inmutable a través de los tiempos para propios y extraños.
Arrieros somos y en el camino nos encontraremos……

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