El Champaña se convirtió, en los años siguientes, en la bebida insustituible de los grandes banquetes y pasó a estar presente en multitud de confiterías y tiendas, aunque siempre destinado, debido a su precio elevado, a las clases pudientes. Por esa razón se planteó la necesidad de elaborar vinos en España con las mismas cualidades que el espumoso francés.
Los libros de enología de la época ya recogían, de forma muy simplificada, la forma de elaborarlos, pero antes de que los primeros bodegueros se metieran en faena, los primeros fabricantes de refrescos, que disponían de tecnología para gasificar líquidos, les tomaron la delantera.
Diario de Avisos de Madrid, 01/03/1844 |
De hecho, los dos primeros elaboradores de vinos espumosos identificados como tales, Andrés Ansaldi y Juan Naully, ambos de Barcelona, eran fabricantes de bebidas carbónicas (véase la entrada dedicada a las primeras fábricas españolas en este blog). Es cierto que estos vinos nacionales se vendían a un precio inferior a los importados desde Francia, pero gozaron de gran éxito, ya que el público estaba ávido de poder disfrutar del ritual de fiesta que la bebida implicaba.
Los aparatos destinados a producir Agua de Seltz en el hogar también eran utilizados para la fabricación "del más exquisito champaña", como rezaban sus publicidades.
Publidad del Seltzógeno Briet. Diario La Época 10/08/1855 |
Publicidad de los Sparklets. El Imparcial 08/04/1899 |
Sería a finales de la década de los 60 del s. XIX cuando la imitación de los espumosos franceses incluyó el tradicional método "champenoise", al principio utilizando las mismas variedades de uva que ellos, y faltarían unas décadas más para que se impusieran las variedades autóctonas, con lo cual el cava adquirió personalidad propia.
Fuentes:
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España
Giralt i Raventós, Els Inicis del Cava: Mont-Ferrán. Caves Mont-Ferrán, Blanes. 1998
No hay comentarios:
Publicar un comentario