..........La liberalización de la industria de los refrescos en España

En la anterior entrada aparecían las dos primeras fábricas de refrescos en España: J.Naully y Cía, y Andrés Ansaldi. Fue precisamente cuando un vecino de Zaragoza, Nicolás Rubio, solicitó autorización para vender y preparar las "aguas minerales artificiales" y limonadas gaseosas que comercializaba J.Naully, cuando los farmacéuticos empezaron a ver peligrar su monopolio. Ésta solicitud la realizó en 1842, y aunque hasta entonces habían tolerado la actividad de esta fábrica en Barcelona y Cádiz, pronto vieron que su expansión podía llegar a toda la Península.

En el "Boletín de Medicina, cirujía y farmacia" de 30 de Abril de 1842, se puede leer el informe dado por la Real academia de ciencias naturales de Madrid exponiendo su posición. En este informe se da cuenta al gobierno de que:

"...las aguas minerales artificiales son en general un medicamento... cuyo uso puede ser tan ventajoso cuando se halla preparado y ordenado con arreglo a los preceptos de la ciencia, como extremadamente perjudicial cuando a su elaboración no preside más interés que el de una especulación mercantil. Añádese a ésto que las aguas minerales artificiales son de muy difícil preparación aún para las personas que se han dedicado exclusivamente a la química y famacia..."
En dicho informe se asegura que España no puede permitir lo que ocurría en Francia:
"A consecuencia de la completa aprobación que dio el Instituto de Francia al establecimiento en grande que se puso en París en el año de 1798, y de las exorbitantes ganancias que este mismo establecimiento producía, se fomentó de tal manera este ramo de la industria en el vecino reino, que había establecidas ya a últimos de 1823 otras cinco o seis nuevas fábricas, cuyo número se aumentó hacia en año de 1833 hasta el punto de que esta fabricación formaba una de las más activas e importantes.....A medida que se aumentaban el consumo de esas aguas minerales artificiales se iban también notando los abusos consiguientes al exclusivo interés de especulaciones: a nadie constaban las fórmulas de las preparaciones, nadie vigilaba su verdadera composición...., se adulteraban éstas hasta el punto de resentirse la salud pública..."
Los ejemplos a seguir eran Inglaterra, y, especialmente, Alemania, que contaban con una reglamentación estricta para preparar estas aguas.


El Gobierno de España hizo caso a este informe y, el 14 de Junio de 1842 emitió una circular en la que se dictaban una serie de disposiciones por las cuales:
" las aguas minerales artificiales deben ser elaboradas en boticas o en establecimientos dirigidos por farmacéuticos", también debían venderse obligatoriamente en boticas con receta de "profesor conocido".

Sin embargo, por otro lado:
"Puede permitirse libremente la elaboración y venta de las naranjadas y limonadas gaseosas, así como cualquier otro refresco", ya que en su composición "no entran drogas medicinales".

A partir de entonces los establecimientos dedicados a la fabricación de refrescos, empezaron, de forma lenta, a instalarse por todo el país. Nuestros pioneros, para seguir fabricando "aguas minerales artificiales", debieron, sin embargo, poner a un farmacéutico al frente de sus instalaciones:

El Constitucional de Barcelona, 21/10/1842

 
Fuentes: Hemeroteca Biblioteca Nacional de España

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