Continuamos en esta entrada con el repaso a las fábricas mallorquinas, en este caso también gracias al interés y el esfuerzo de Fátima Mir, que nos ha remitido el texto y las imágenes de este artículo que está dedicado a una de las grandes fábricas españolas de los siglos XIX y XX. Las fotografías de las botellas hay que agradecérselas al gran coleccionista Damián Ramón Artigues, viejo conocido de los seguidores de este blog (véase la entrada «Una gran colección de botellas»).
La familia Miret, de origen
catalán, vivía en Barcelona, en el barrio antiguo cerca de las Ramblas. De allí
pasaron a Palma de Mallorca donde, hace aproximadamente 150 años, el industrial
Francisco Miret Gili fundó Can Miret. En sus preciosos envases figura
justamente 1868 como fecha de la fundación de la industria.
La actividad principal fue el
agua de Seltz (sifón), pero también se dedicó a la fabricación refrescos,
licores, cerveza y cremas de menta, de cacao y de café.
La empresa empezó distribuyendo
con unos magníficos carruajes. Al principio solo distribuían los productos por
Palma y alrededores, pero muy rápidamente fueron creciendo hasta tener
depósitos en todos los pueblos de la isla, incluso tenían sucursales en Inca y
Felanitx. La familia Simonet comercializaba los productos de Inca y la familia
Sansó los de Felanitx. Embotellaron infinidad de sabores y fueron los
distribuidores en exclusiva las cervezas
Pilsen, Viena y la Bohemia. Su
eslogan: «Miret, limón y naranja con piel de cristal».
Francisco Miret, padre e hijo, visitaron diferentes países de Europa viendo el
funcionamiento de las máquinas más modernas de la época, consiguiendo así la última tecnología para su empresa.
En 1891, el Instituto Científico
Europeo, residente en París, distinguió a la casa Miret y Compañía con el
nombramiento de miembro titular, ya que era conocida por sus grandes aportaciones
en las exposiciones en las que habían participado (publicado en El Isleño el 13
Agosto 1891). Entre otros premios internacionales que obtendría a lo largo de
su historia, fue galardonada con una medalla de oro Gran Prix en la Exposición
Internacional de París de 1889.
En 1903, en España solo existían
dos máquinas Carl-Crou. Una la tenían los señores Petry, fabricantes de la
importante cerveza Moritz y la otra era de Francisco Miret. Can Miret podía
presumir de ser una de las empresas más distinguidas de toda Europa.
Francisco Miret Carbonell,
llamado «Paco» para sus amigos, vivió y trabajó como comerciante varios años en
Argentina, lugar donde se casó en 1889 a la edad de veinte años con Eusebia Nigelia Caballero.
En 1896, recién llegado a
España, constituyó la sociedad Francisco Miret Carbonell y Compañía, empresa
que se dedicó también al comercio
exterior. Su marca fue solicitada en el año 1906 por F. Miret e Hijo,
obteniendo el certificado de registro del título con el número de patente
internacional n.º 12640. El dibujo se compone por un áncora a cuyos lados tiene las letras F y M, iniciales
del nombre y apellido del fabricante.
La empresa no daba abasto y los
carros circulaban tan rápido, que en más de una ocasión los peatones se
enfadaban con los cocheros que circulaban a grandes velocidades de la época por la ciudad.
En 1912 inauguraron la fábrica
en la calle Arc de la Mercè de Palma de Mallorca. Según los recortes de
prensa, fue todo un espectáculo presenciado por las autoridades al que
acudieron numerosas personas de la nobleza.
La fábrica tenía un glamour
difícil de olvidar, decorada con mobiliario noble y percheros franceses. Al pasar por delante, el
rey don Alfonso dijo: Lástima no disponer
de mayor tiempo, pues tengo deseos de visitar una fábrica de esta índole.
El personal llevaba uniforme y
todos sus envases en los que servían sus
productos eran los más brillantes de la época. La casa real contaba con su
propio envase especial.
Francisco Miret siempre acudía a
los mejores fotógrafos, de los cuales Ernesto Guardia Llauradó era su
preferido. En el estudio fotográfico
Amer de la calle Quint de
Palma le realizaron las fotos postales
que dedicó a sus mejores amigos.
Era un hombre generoso,
católico, sencillo, amable y al que le gustaba pasar desapercibido. Nos lo
cuenta la familia Simonet de Alaró con los que tuvo una estrecha relación
comercial y de amistad.
Pasaron los años y Francisco
Miret se casó de nuevo con una mujer emprendedora, una de las primeras
profesoras de Baleares: Francisca Rigo Llanes, de nacionalidad cubana, nacida
en Puerto Príncipe. Con ella vivió en Palma, en la zona de Son Armadams, en la
calle Marqués de la Cenia 22, donde murió el día 13 Noviembre de 1939 a la edad
de setenta años.
Al no tener descendencia,
Francisco Miret dejó en herencia la fábrica
a uno de sus sobrinos, José
Vidal Miret, hijo de su hermana Emilia, y de este pasó a su hijo Joaquín
Vidal Oliver. Desde muy pequeño, José Vidal tenía pasión por la fábrica y por
su tío, al que enviaba cartas y postales que hoy todavía se conservan y que
demuestran el afecto y amor que sentía por él.
En 1937, José Vidal tuvo que
solicitar al Ayuntamiento de Palma un permiso para la apertura de una nueva
fábrica, pues la antigua se les hizo pequeña. El nuevo domicilio estaría
emplazado en la calle Aragón, esquina Uetam, nº 60.
Día 24 de Marzo de 1948, Don
Bernardino Amengual Campins, como director gerente de Miret S.A., firmó la venta de la industria
Miret en Inca a José Simonet Rotger. Miret S.A. se comprometió a no vender en Inca sus productos y así José
Simonet empezó a vender los productos Simonet en dicha comarca.
No existen dos marcas de
refrescos iguales, cada una, dependiendo de su tratamiento, posee unas
características organolépticas únicas, las cuales llevan
al éxito o al fracaso. Buena parte del éxito de sus productos se debió a la fórmula
y a la cantidad de dióxido de carbono añadido. Productos Miret fue el líder del
mercado durante muchísimos años, sobre todo en Palma, ya que poco a poco fueron
surgiendo nuevas empresas de gaseosas, piñas y sifones. En los años setenta
llegó a haber 131 empresas dedicadas a este negocio en Mallorca. Casi todos los
pueblos tenían una fábrica propia, o incluso dos, como fue el caso de Felanitx.
Los turistas no pedían un refresco, pedían, por favor, el refresco Miret. Uno
de sus envases registrado era muy parecido a la Coca Cola.
Pero llegó la presión de las
grandes marcas, con cuyos precios las pequeñas fábricas no podían competir. El
reglamento cada vez más estricto exigía a estas pequeñas industrias los mismos
requisitos que a las grandes compañías y muchas optaron por cerrar o bien
cambiar la línea de negocio dedicándose a la distribución. Los hábitos de
consumo también fueron cambiando, y descendió
el consumo de productos como la gaseosa o el sifón. Como consecuencia de todos
estos factores, la mayoría de las fábricas desapareció.
El 3 de junio de 1976 la
familia Miret vendió la fábrica dejando tras de sí más de cien años de
historia. Otras empresas siguieron distribuyendo la marca Miret, pero nunca
volvió a ser lo mismo. ¿Que tendrían sus gaseosas y piñas originales que otros
comerciantes han intentado triunfar con la misma marca y sin embargo no lo han
conseguido? ¿Sería su fórmula? ¿Sería el esfuerzo y cariño que esta familia
dedicó a su fábrica?... Después de conversar con don Joaquín Vidal Oliver,
estamos convencidos que fue la comunión entre ambas.
Os dejamos unas cuantas imágenes de los envases (algunos realmente espectaculares) utilizados por esta fábrica, incluidos los de la marca Orambo, que también embotellaron.
Encontraréis también información de esta fábrica y preciosas fotos de sus primeros años en esta dirección: https://fotosantiguasdemallorca.blogspot.com/2018/04/la-antigua-fabrica-de-gaseosas-miret-y.html