........... Las primeras fábricas de refrescos en la ciudad de Zaragoza

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En una entrada bastante anterior que estudiaba las primeras fábricas de gaseosas en España, (las primeras fábricas españolas) estuvimos hablando de la fábrica barcelonesa de J. Naully que, al pretender abrir un establecimiento en Zaragoza, acabó provocando un enfrentamiento con el sector farmacéutico que finalizó con la liberación de la elaboración de refrescos, dejando para los boticarios la fabricación de las imitaciones de las aguas carbonatadas naturales. (liberalización de la industria)

Hasta ahora era una incógnita si el establecimiento del señor Naully se había llegado a inaugurar en Zaragoza, pero la reciente posibilidad de consulta de la hemeroteca digital del Ayuntamiento de esa ciudad ha despejado las dudas y encontramos, en el Diario Constitucional de Zaragoza del 22 de junio de 1841, dos páginas completas de publicidad de esta industria que, además de informar de precios y capacidades de sus botellas, enumeran las ventajas para la salud de la ingesta de sus productos: Agua de Seltz, Soda Water, Agua Ferruginosa, Agua Sulfurosa, Agua de Sedlitz, Limonada Gaseosa y Groc al Rom (que debería contener algo de ron, atendiendo al nombre, ya que rom es ron en catalán). Se informa también de que la empresa de J. Naully tiene también un despacho en Cádiz, que su producción alcanza de 1500 a 2000 botellas diarias y que también exporta a América.  


Sin embargo, da la sensación de que los refrescos, como producto de masas, no acababan de convencer a los zaragozanos, que seguían prefiriendo la cerveza, como se desprende del anuncio de la fábrica de licores de Juan Lauga, que también los comercializaba (La Esmeralda, 4/5/1848):

Estas bebidas que son tan agradables y saludables se pueden tomar como la cerveza, es un refresco muy bueno y no tiene el sabor amargo de la cerveza, su gusto es dulce y al mismo tiempo picante, enfin, hace espuma como la cerveza y además tiene un gusto agradable a naranja, limón o cualquier otro aroma.

Y es que al parecer corría algún tipo de bulo sobre su consumo (La Esmeralda, 12/06/1848):

Algunas personas mal intencionadas han dicho que la limonada gaseosa era una bebida muy perjudicial al cuerpo; por cuya razón, el fabricante al conocer que estos rumores absurdos llevaban siniestra intención pues no podían salir más que de la cabeza de personas sin instrucción sobre esta materia, ha querido dar alguna explicación sobre el objeto en cuestión.

El caso es que ni siquiera los bulos malintencionados frenaron su consumo y en la segunda mitad el siglo XIX encontramos en Zaragoza varios establecimientos dedicados a su comercialización y fabricación, resultando un poco complicado conocer a priori si pertenecían a una categoría u otra. Fabricante parece el cervecero Juan Ducuron, que, anticipándose un siglo a las modas, ya comercializaba cerveza de limón además de gaseosas, y en 1876 abrió su establecimiento otro cervecero, L. Matossi, que también se dedicó a la elaboración de refrescos.


Fabricantes importantes fueron los catalanes Esteban Bragulat, Juan Bragulat y Francisco Bragulat, que coincidieron temporalmente en activo. Los primeros en establecerse fueron Esteban y Francisco, aunque pronto el primero abandonó la ciudad dejando la fábrica que había creado en manos de Juan, que era farmacéutico. Francisco y Juan por otra parte fueron socios en la compañía Bragulat y Compañía, que estuvo en activo en el periodo 1885-1890, momento en que ambos volvieron a emprender caminos separados dentro de la industria: Francisco dirigió su fábrica “La Catalana” y Juan se dedicó fundamentalmente a la fabricación de "gaseosas medicinales", entre ellas (la historia de las gaseosas nunca deja de sorprender) "gaseosas anti-venéreas" que curaban la sífilis, todas ellas en formato de sifón o botella con corcho. Por otra parte, Esteban volvería a establecerse de nuevo en Zaragoza con una nueva fábrica que no fue recibida con mucho entusiasmo por sus (parece lógico creer que) parientes.


De esta manera, en un anuncio de Francisco Bragulat se especifica:

Este establecimiento puede ofrecer al público sus productos como lo pueda hacer otra que lleve su apellido [...] El crédito de esta casa atestigua la confianza adquirida por sus buenos productos que no temen la competencia que intenta hacer otra casa (Diario de Zaragoza, 15/07/1882)


Por otra parte, otro anuncio, esta vez de Juan Bragulat, advierte: No confundir esta casa con otra establecida recientemente y con el mismo apellido (Diario de Avisos de Zaragoza, 7/04/1879)

Gracias a la aportación de un gran coleccionista de sifones, Ferrán Quintana, sabemos que la empresa de Francisco Bragulat fue traspasada a la compañía formada por Ruberte y Martínez. Ferrán nos aporta, además, fotografías de dos sifones embotellados por esta empresa en sus dos etapas, de los cuales resulta particularmente espectacular el segundo, con su grabado al ácido procedente de París (véase la entrada grabado al ácido).




Que las tiendas cerveceras y de bebidas carbónicas habían adquirido una cierta importancia ya en el último cuarto del siglo XIX queda demostrado con la convocatoria, por parte de la administración económica de la provincia, de una reunión para la elección de síndicos, ya que constituían un gremio aparte del resto dedicado al comercio. (Diario de Avisos 08/04/1879).  

En 1866 encontramos en la prensa zaragozana las primeras publicidades de los aparatos Lhote (véase la entrada seltzógenos), especialmente recomendados por su simplicidad. Por otra parte, la publicidad de maquinaria de elaboración francesa (especialmente de la marca Hermann la Chapelle) fue continua en la prensa, al igual que la de varios libros que versaban sobre la fabricación de bebidas carbónicas. Además, la industria de vidrio local producía botellas para gaseosa (Diario de Avisos 02/05/1879) y la ciudad se convirtió en pionera en la comercialización de gaseosas en polvo gracias a la marca Armisén.

 La exposición regional Zaragozana de 1885 tuvo, en las gaseosas, una sección diferenciada, ganando medallas en dicha categoría dos establecimientos Bragulat y el de Lucas Sánchez de Calatayud.

Otras empresas fabricantes de gaseosas y refrescos de finales del siglo XIX en Zaragoza fueron "La Inglesa", de Crespo Hermanos (que fue traspasada en 1905 a Hijos de P. Martín), y la sociedad Portillo y Mascarel. También leemos referencias a una fábrica de gaseosas situada en los jardines del Café del Siglo, situado en la calle del Coso. Seguramente habría más, pero baste esta relación para conocer mejor los primeros tiempos de los refrescos en Zaragoza y su proceso de implantación.


Desde aquí mi agradecimiento a Ferrán Quintana por su colaboración