..........La Glacial y otras gaseosas de Lugo
En las VIII Xornadas da Historia de Riotorto, nuestro gran amigo y colaborador Miguel Ángel Martínez Coello fue el encargado de presentar dos ponencias sobre la historia de las bebidas carbónicas en la provincia de Lugo. Con la amabilidad que le caracteriza, nos las ha cedido para su publicación en este blog y antes de reproducir la primera, que repasa la historia de la marca La Glacial, quiero expresar mi reconocimiento a estas jornadas de Riotorto, que han homenajeado así a las antiguas fábricas de gaseosas y sifones, tan importantes en la vida cotidiana de nuestros pueblos.
LA GLACIAL Y OTRAS GASEOSAS DE LUGO
El comienzo
La Glacial es una de las gaseosas de la comarca de Meira, y una de las más
singulares de las tierras altas del Miño,
ubicada en un paraje hermosísimo de un valle lleno de color y belleza sin límites.
Y como no, las aguas de las nacientes son tan puras y cristalinas como el hielo
glacial. Quizás por eso, allá por los años sesenta cuando María Bouso Arias, viuda de Estola
y vecina de As Rodrigas, al probar
aquel agua gélida y cristalina del manantial que brotaba en la propiedad del Sr. Bouso Cortón en el monte llamado
“El Vispo”, se le ocurrió la idea de “bautizar” así su gaseosa… La Glacial. De aquellas hizo tratos con Antonio Rodríguez Rego vecino de Aljibre para hacer los trabajos de
acometida desde donde surgían aquellas aguas, con finalidad de canalizar el
agua desde la naciente mediante unos
caños hasta la casa donde tenía la fábrica. La conducción se hizo enterrada
para garantizar el máximo la pureza del agua y alejarla de posibles agentes
contaminantes. Estos trabajos
finalizaron en octubre del año 1960, y la conducción del agua benefició a María Bouso Arias, que hizo un tanque
de unos 2.000 litros para su fábrica de gaseosas y un grifo para abastecer de agua
corriente a su pariente el Sr.
Bouso Cortón.
Años más
tarde se hizo cargo de la fábrica José
Luis de Carrao, que la mantuvo abierta desde el año 1960 hasta el año 2002.
La Glacial fabricó gaseosas, sifones, refrescos
de limón y naranja y el famoso COL- GYM,
hecho con jarabe de su invención y guardado con un secreto como lo de la Coca-Cola. Mantenía siempre los mismos
proveedores para así garantizar la misma calidad y sabor de sus aguas de
burbujas. José Luis Carrao hizo una
gaseosa a su gusto que no fuera muy dulce, porque para mezclarla con vino, no
puede ser una agua carbonatada demasiado empalagosa ni con sabores o aromas “a
fresas o cosas así”. Hay que tener en cuenta que en verano se celebraban muchas
fiestas, siegas, “mallas”… donde iban familias enteras, amigos, y se reunía
mucha gente con sed… “mucho vino con gaseosa se bebía… Otra cosa era el gas…,
“quizás me pasaba un poco, pero por aquí desde siempre gustó el sonido de la
explosión al abrir la botella”, recuerda.
"Siempre
llenamos las gaseosas en botellas de cristal, pero solo con las de mi marca.
Había algunos que llenaban sus gaseosas en las botellas de otros fabricantes y
de esta manera se perdían muchos envases. De cada vez que había que comprar
botellas con serigrafía exigían un pedido mínimo de 5.000 unidades, y eso para
un fabricante pequeño es mucho".
Los territorios de las burbujas
Los
fabricantes de la comarca no se libraron de la concentración parcelaria gaseosera, inclusive existían competencias
entre los fabricantes por controlar las zonas de venta de cada quien.
“Jose
Fernandez de Palas de Rei,
que llenó la sus gaseosas con el nombre de Froxón,
trabajó desde el año 1949 hasta el 1992, luego vendió la fábrica a otro hombre
que la mantuvo abierta hasta el 2004, después casó con una mujer de A Coruña y marchó para allá. Con Lo de Froxón tenía un acuerdo verbal con
las envasadoras limítrofes… “fue la primera parcelaria gaseosera que se hizo en Galicia”… bromea.
“Del mismo
modo las gaseosas Besteiro de Monterroso no llegaban a Palas de Rei, y los fabricantes de Lugo,
sabían que a partir de Montecalvo,
era territorio de Froxón. La única
excepción es que hubo un tiempo que en Palas
de Rei había dos fábricas de gaseosas, y durante cinco años cada uno hacía
el que podía. Durante ese tiempo, aún cuando el negocio de las gaseosas había
bajado mucho, se trabajó bien para los campamentos juveniles que acampaban a la
orilla del río, donde se vendían bien también los refrescos de naranja y limón.
La Resistente Friolesa también estaba
en el trato con un límite fijado en San
Martiño de Condes.
La edad de
oro de las gaseosas en la Ulloa, de
la Terra de Melide y limítrofes acabó
cuando llegaron las marcas “grandes” que arrasaron con regalos y competencia
desleal, lo que provocó que se rompieran los viejos acuerdos y cada quien tiró
para donde le convino más. De este modo a
Froxón llegó más allá de
Lugo. ”
El Palense José Fernández,
como muchos otros, se deshizo de toda la maquinaria y botellas, y tan sólo
guarda alguna que quedó olvidada… “teníamos
un camión que había sido de La Inglesa
con matrícula LU-992. Ahora siente nostalgia… me gustaría tener algo para hacer un
pequeño museo.”
De cara… el museo de La Glacial
José Luis Carrao, fue y es, un hombre de no tirar
nada, como los gallegos de antes, y quizás también porque tenía espacio de
bastante para tener las cosas viejas, el caso es que ahora atesora un arsenal
de cosas para hacer un gran museo de la gaseosa.
Como bien
decía José Luis, cuando recogía
envases de gaseosas de otros fabricantes, las guardaba en vez de llenarlas como
hacían los demás. Y así juntó sin querer, aunque se deshizo de muchas, una
buena colección de sifones y gaseosas
principalmente de Lugo.
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José Luis Carrao (izda) y Miguel Ángel Martínez Coello |
Pero lo que sí
es verdaderamente importante es que conserva toda la maquinaria de fabricación
de las gaseosas La Glacial: la
lavadora de botellas, llenadora de sifones, la saturadora de gas carbónico,
la enfriadora de agua, los filtros de
arena…, que le permitían llenar 500 botellas de gaseosa a hora, así como el
utillaje de trabajo. Y por si todo esto fuera poco posee la última remesa de
envases que no llegó a llenar, además de los primeros camiones que utilizaba
para el reparto y que constituyen por sí
solos la joya de la corona: Un Buick de 1928 y
un Ebro de los 60.
Todo es
ponerse…
Miguel Ángel Martínez Coello
Fotos propiedad del autor
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