Las gaseosas en polvo fueron una de las primeras maneras en que los españoles tuvieron acceso a los beneficios de las aguas carbonatadas. Su inventor fue el francés M. Fèvre, que comercializaba ya en los años 30 del siglo XIX sus famosos polvos en dos sobres, uno de los cuales contenía el acidulante (ácido tartárico, aunque algunas marcas posteriormente también utilizaron el ácido málico) y el otro el gasificante (bicarbonato sódico). La reacción de los dos junto a un líquido, daba como resultado una agradable bebida a la que se le podía añadir jarabe o azúcar.
Estos polvos del Dr. Fèvre ya se comercializaban en España, junto al seltzógeno que inventó (véase la entrada dedicada a estos artilugios), en los años 50 del citado siglo.
Poco tardarían los farmacéuticos nacionales en aprender el proceso, y fueron numerosísimas las farmacias, tanto de grandes ciudades como de pequeños pueblos, las que se dedicaron a la producción de estos productos, que gozaron de gran aceptación entre el público. Estos farmacéuticos, al igual que ocurrió con los embotelladores, en ocasiones intentaban reproducir aguas con efectos medicinales, aunque pronto los comercializaron simplemente como refresco. Los farmacéuticos añadían además su toque personal en forma de algún aromatizante o edulcorante. Su venta se realizaba normalmente en las mismas farmacias, aunque también algunos establecimientos de hostelería contaron pronto con ellos como forma de ofrecer bebidas carbonatadas a sus clientes. Recibían también el nombre de sodas refescantes, polvos refrescantes o polvos gasíferos. Hoy en día es común referirse a ellos como "agua de litines".
Litines en realidad es un neologismo en la lengua castellana que proviene de los Lithinés del Dr. Gustin, que se vendieron profusamente en España en la primera mitad del s.XX. Estos sobres se utilizaban para conseguir un agua alcalina y con alto contenido en litio, elemento al que se le atribuían beneficiosas propiedades en la curación de distintas enfermedades.
|
www.todocoleccion.net |
|
Diario de Menorca 23/07/1864 |
|
El Bien Público 08/07/1878 |
Una vez que se popularizaron, lo que ocurrió a finales del s. XIX y comienzos del XX, perdieron totalmente su carácter farmacéutico y empezaron a ser ofrecidas como artículo de consumo masivo por parte de las droguerías y tiendas de comestibles. Resultaban una alternativa barata y rápida de acceder a un refresco, en unos años en los que estas bebidas todavía no estaban incluidas en la dieta habitual de los españoles.
Algunas de las preparaciones tuvieron bastante éxito, por lo que contaron con una red comercial que las llevó a ser vendidas en lugares alejados de su lugar de elaboración. De los sobrecitos con los polvos se pasó a venderlos en tarros o latas, más apropiados para grandes consumos. Es el caso del Poncidre, una gaseosa granulada de poncil o cidra (una especie de limón con la corteza muy gruesa), que se vendía en latas de 1/2 y 1 kg y se producía en Lérida.
|
Cabecera de factura de la empresa fabricante de Poncidre. 1936. Colección particular. |
De sabores eran también las gaseosas granuladas del "sidral efervescente de frutas" Teixidó, que ya en 1907 tenía sabores de anís, limón, naranja, plátano, granada, manzana, fresa y frambuesa, al que se le atribuían propiedades "digestivas, antivomitivas, desinfectantes y aperitivas... superiores a cualquier magnesia extranjera" (Periódico Foment, 28/06/1913).
|
El Defensor de Córdoba 25/02/1907 |
Coincidió esta marca en el tiempo con el también catalán Espumol Bragulat, que a la larga acabaría registrando la marca Sidral.
|
Diario de Reus, 12/7/1912 |
La empresa Bragulat concilió en la segunda mitad del siglo XX este producto con el público infantil, adaptando los distintos formatos a atractivos diseños. De su página web extraemos estas dos imágenes de principios de siglo, con sus particulares dosificadores y un quiosco que expandía estas bebidas en Barcelona.
|
www.sidral.es |
Dentro de las marcas que fueron fieles a los sobrecitos, algunas también se extendieron por todo el país. Es el caso de las gaseosas refrescantes de Armisén, comercializadas todavía hoy en día aunque han perdido parte de su primitivo objetivo, gozando de gran reconocimiento en el mundo de la repostería, en la que sustituyen, en muchos casos, a la levadura química. Poco sabemos de la trayectoria de la Farmacia y Laboratorios de Antonio Armisén, salvo que comenzaron su andadura en 1850 en la ciudad de Zaragoza, donde estaban situados en la Plaza del Pueblo nº 5. Esta gaseosa fue declarada de utilidad pública el 5 de marzo de 1883 y premiada en varias Exposiciones Internacionales como la de Alejandría en 1901 o la Hispano-Francesa de Zaragoza en 1908. No fue el único producto de los laboratorios Armisén que gozó de una gran popularidad, el alimento infantil Nesfarina y la moka concentrada Armisén se anunciaban en la prensa nacional a comienzos del siglo XX.
|
La casi inalterada caja de gaseosas Armisén a lo largo de los años |
Otra empresa que tuvo un alcance nacional fue la del valenciano Alejandro Martínez Máñez, que comenzó a fabricarlas en 1915 en su pequeña tienda de comestibles, primeramente con un ámbito local. Su marca El Tigre todavía sigue en la actualidad, denominando la amplia gama de sodas y gaseosas en polvo que continúan fabricando y comercializando sus descendientes.
Esta entrada es solamente un acercamiento a este mundo que en sí, necesitaría un blog completo que recogiera a todos los fabricantes de estos productos en España en la segunda mitad del s.XIX y la primera del siglo XX, pero pretende dar a conocer otra forma de disfrutar de los beneficios de la carbonatación. Para terminar, dejo dos testimonios de gaseosas en polvo producidas en la provincia de Huesca, un anuncio de las producidas por el farmacéutico A.Andreu en Albalate de Cinca y la caja de las elaboradas por el farmacéutico de Azanuy sobre 1915, José Mª Gimeno, que gustaba además de incluir un papelito en su interior con distintos refranes.
|
Periódico La Tierra 06/05/1923 |
|
Colección particular |
Fuentes:
www.sidral.es
www.eltigre.es
hemeroteca Ministerio de Cultura
Isábal Mallén, Silvia. Historia de las fábricas de bebidas carbónicas en La Litera. Littera 3. Centro de Estudios Literanos