..........Las gaseosas de Nabor en Beade y “os arrieiros”

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Artículo escrito por Miguel Ángel Martínez Coello



Una de las historias más apasionantes del Ribeiro es la de la “Ruta dos arrieiros” o “Camiño real” que iba desde Ribadavia hasta Pontevedra.  Desde el siglo XV constituía la principal vía de comunicación entre ellas y se empleaba principalmente para acarrear el vino del Ribeiro que llevaban en “pelexos” (pellejos), que hacían los propios arrieiros de Camposancos y de La Graña con la “pel de castrón” (piel de castrón), que a continuación mandaban a Nogarejos (La Bañeza) en tierras de León, donde eran impermeabilizados con pez y que después llenaban con el vino que luego llevaban al puerto de Pontevedra que posteriormente se comercializaba en el País Vasco o en La Bretaña. Ya de vuelta aprovechaban para traer Bacalao seco, raya curada y congrio, sardinas en seco, en salazón, en escabeche o ahumadas, entre otras cosas que a lo largo del camino le iban encomendando la gente además de cerámica y artesanía.
Este relato viene a propósito porque que Beade además de ser uno de los lugares donde cargaban el vino del Ribeiro como el de la viña da xeitosa o de la viña da Portela, es allí donde aún hoy se conserva un kilómetro del camino medieval, y que también era la primera parada que hacían muchos de los arrieiros que salían desde Ribadavia. A lo largo de los setenta kilómetros de recorrido, los arrieiros visitaban los lugares de Muimenta, Cortegazas, Camposancos, A Graña, A Airoa, A Laxe, Pontecaldelas e Marcón antes de llegar a Pontevedra. Los arrieiros acostumbraban llevar para  su trabajo, yeguas o mulas para el acarreo de sus mercancías con las que compartían las tristezas, las alegrías además de las inclemencias del tiempo, que no eran pocas, con los asaltos ocasionales de los bandidos, a lo largo de un camino lleno de riesgos y penalidades. El oficio de arrieiro, pese a que era muy sacrificado, en la mayoría de los casos pasaba de padres a hijos que, aún sin hacer rico a nadie, imprimía cierto estatus social y económico. Recientemente Pablo Rodríguez Fernández “Oitabén” hizo un hermoso trabajo sobre “Os arrieiros” en forma de cómic titulado “Pepiño O arrieiro”, con y para el patrocinio de la comisión de las recientes fiestas de Beade de 2015, en la que desenvuelve la historia de este camino mediante hermosos dibujos en viñetas a tinta china que recrean el ambiente de los arrieiros en el siglo XVIII, cuando las mercancías se pagaban en reales. De la mano de nuestro paisano imaginario “Pepiño” y de Domingos “O bicho da Graña” hacen un recorrido por el camino de los arrieiros desde Ribadavia hasta Pontevedra, sin olvidar el apoyo en los textos y supervisión histórica de Alba Chao.

El que caso es que en Beade existió, hasta mediados del siglo pasado, una de las últimas mulas en activo de la región que se llamaba “Cholito”. Era la mula de Nabor e Benigna, que trabajaba carreteando las cajas de gaseosas que fabricaban en el bajo de su casa a la que le enganchaban un carro de color verde claro y que de esa manera repartían su producto por zona do Ribeiro y los alrededores. El gaseosero se llamaba Nabor Villanueva Raña, nació en el año 1911 y murió el 17 de octubre de 1961 a la edad de 50 años. Tuvo un solo hijo llamado Camilo que murió joven a la edad de 43 años en el año 1980 sin dejar descendencia. Su mujer, que llamaba Benigna Feijoo Raña, tras la muerte de Nabor, llevó adelante la fabricación de gaseosas unos años más con la ayuda de su hijo. Benigna murió en el año 1996 a la edad de 83 años. Tenían la casa-fábrica un poco más adelante del Bar Celta yendo hacia Caldelas y Beiro. La industria de Nabor tenía el número 3909 del registro de las fábricas de gaseosas y sifones de España. 

Edificio que ocupó la fábrica de gaseosas de Nabor en Beade. Foto: M.A. Martínez Coello


En los primeros tiempos, el agua la tomaban de una fuente que estaba muy cerca de su casa llamada “a fonte dos tolos” (la fuente de los locos), que aún existe. Más adelante hicieron un nuevo pozo en su propiedad para de esa manera poder garantizar la calidad y la cantidad de la materia prima. Tuvieron un empleado que se llamada Antonio Cibeira que ya murió y más adelante cogieron otro llamado Antonio Villanueva que aún vive, el caso es que le llamaban “Toniño”  a ambos los dos. Benigna, la mujer de Nabor, era hermana de la abuela de Inés Villanueva y el padre de Nabor era hermano del bisabuelo de Inés, y por lo tanto sobrina de Nabor, que es quien me puso al corriente de los pormenores y facilitó fotos para ilustrar esta bella historia. 

A fonte dos Tolos. Foto: Miguel A. Martínez Coello

Los cascos de sus gaseosas constituyen hoy una joya por ser los herederos da famosa botella “torpedo”, sólo que su base es plana para mantener de pie la botella en vez de posición horizontal que tenía la original torpedo” para así mantener húmedo el corcho y que no saliese el gas, aunque en los comienzos también emplearon la de “Bola” conocida como la “botella Codd” llamada así porque es a quien se atribuye la invención, y que poco a poco fueron sustituyendo por culpa de la prohibición de su empleo por Sanidad en los años 50 del siglo pasado. Este casco era liso y sin ningún tipo de relieve. 

Modelo de botella. Foto: M.A. Martínez Coello

Su producción fue sencilla y escasa, calculándose una rotación de unos 1.000-1500 envases que no iban serigrafiados y que se cerraban por medio de una chapa. La mayor virtud de las gaseosas de Nabor era que a pesar de la dura competencia con los fabricantes de los alrededores, tales como  Hermida de Leiro, Blancote de Paredes-Leiro, Amadeo Neira, El Mexicano, Dieguez y Gómez en Ribadavia,  E-V-CH en Francelos-Ribadavia, Xouba en Ventosela y Avelino Martínez Rosendo de San Justo de Avión, llenaba su parcela comercial casi en exclusiva con los vecinos del lugar y alrededores, con los viajeros y arrieiros que iban de paso camino de Camposancos, Alto da Rasa, Cortegazas o a Chan de Covelo que demandaban un producto fresco que pudiesen consumir allí mismo y no tener que cargar con el pesado casco una vez vacío de gaseosa, que tenían que devolver ya que de lo contrario estaban obligados a abonar el envase. Ya en los últimos tempos para hacer el reparto de sus gaseosas, compró un coche viejo “que xa estaba para tiralo” (que ya estaba para tirarlo), a un taxista de Ribadavia que le llamaban “O Calavera”

Coche perteneciente a la fábrica de gaseosas de Nabor

Son muchas las historias vinculadas a Nabor con Beade y los arrieiros, tal vez por el vínculo que la mula “Cholito” generó, como un recuerdo inmutable a través de los tiempos para propios y extraños.
Arrieros somos y en el camino nos encontraremos……

..........Gaseosas Piñeiral

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Artículo escrito por Miguel Ángel Martínez Coello. Publicado en El Faro de Vigo el 23/08/2015






Con el nº 3950 de la lista de fabricantes de bebidas gaseosas de España, figura D. Carlos Eligio Picouto “Díez” (aunque siempre le ponían “Díaz”), que en el lugar “El Piñeiral” instaló su empresa allá por los años 50. 
Para hacernos una idea, “El Piñeiral” está situado a la salida de Ourense, por la carretera que parte desde la avenida de Zamora  y pasa por la  “Finca Sevilla”, en la que hoy se encuentra el pabellón de deportes “Paco Paz”, y poco antes de llegar a San Ciprián de Viñas, donde aún se conserva la casa en la que se elaboraban las famosas gaseosas. 

Contaba la fábrica con tres manantiales propios de los que uno era excepcional por su calidad y abundante caudal, el cual limpiaban casi todos los años corriendo grave riesgo, a causa de que se acumulaban los gases de la dinamita que se usaba para limpiarlos y hacer más sitio a  “la mina” o manantial . Cuentan que una vez D. Carlos, que era quien bajaba al pozo-mina, estuvo a punto de perder la vida sino le llega a auxiliar en el último momento una empleada llamada Matilde que se percató del peligro que corría.


D. Ricardo Picouto,  oriundo de Seixalvo y padre de D. Carlos Eligio era vinatero y terrateniente. Sus posesiones abarcaban desde El Piñeiral hasta Seixalvo a lo largo de las márgenes del río Barbaña. D. Ricardo se casó con Dña. Gregoria Díez (Goya, familiarmente), señorita que fue a buscar a Astorga y a la que habían instruido las monjas en urbanidad, buenas costumbres, ciencias, artes y letras… cuentan que pintaba y tocaba el piano con cierta maestría. DCarlos quedó huérfano y con sólo 17 años tuvo que hacerse cargo del negocio de su padre  para sacar adelante a la familia. Comenzó con los vinos, que comercializaba en un bodegón situado en la calle de Santo Domingo, que después abandonaría para fundar la fábrica de gaseosas en los terrenos de su propiedad en “El Piñeiral”. Se casó con Dña. Virginia del Pilar Delgado Núñez, recientemente fallecida el 16-09-2014 y que le dio 4 hijos, Carlos, Jorge, José Luis y Pili, que continuaron junto a su padre con la elaboración y distribución de las gaseosas hasta que en 1977 se traspasó definitivamente la fábrica de gaseosas. 
 
Familia Picouto al completo Foto: F.Picouto

Uno de los primeros envases que fue utilizado para el llenado de las gaseosas fue el de las famosas botellas  “Codd”, en España denominadas de “Bola”, de “Pito” o “Boliche”, llamadas así porque en la parte superior albergaba una bola de cristal con una goma que estaba herméticamente colocada en la parte interna del cuello de la botella y que hacía que por el efecto de la presión del gas carbónico la bola de cristal subiese hasta quedar aprisionada contra la goma y así la presión se mantuviese. Para beber bastaba con empujar hacia adentro la bola y así conseguir que saliese el líquido, volviendo ésta hacia arriba una vez que se volviese a poner la botella en posición vertical reteniendo el gas. Este tipo de botellas dejaron de utilizarse a partir de la prohibición sanitaria con la orden ministerial de 22/03/1955.
Más adelante comenzaron a embotellarse en la conocida botella de gaseosa de 1 litro de cierre mecánico y la de 400 cc de cierre con tapón corona “chapa” y que distribuían en cajas de madera con el cuello de la botella hacia abajo, para que mantuviese mejor la presión al ir siempre mojado el corcho interior de la “chapa”. Las botellas llegaban a Orense procedentes de Valladolid o León a granel en sacos grandes de más de 60 unidades, colocadas de tal forma que no había apenas roturas a pesar del precario embalaje y la rudeza del transporte. Las primeras botellas no iban serigrafiadas,  llevaban pegada una etiqueta alargada en la parte superior alrededor del cuello con el nombre de la fábrica. Las cajas para las botellas las manufacturaban ellos en su fábrica grabándolas a fuego con la marca de “El Piñeiral”. Hacían cajas para 6 botellas de 1 litro y cajas para 24 unidades de 400 cc. Cuando aparecieron las primeras botellas serigrafiadas, los fabricantes ya  se las enviaban terminadas con el logo de su marca que iba variando según fuesen haciendo un nuevo pedido. En el caso de las Gaseosas el Piñeiral existieron varios tipos de acabados:

-      - Un primer acabado con el logo de la marca “Gaseosas Piñeiral – marca registrada”en rojo y blanco abarcando gran parte de la botella sin ninguna dirección. Botella rarísima que ni los propios se acuerdan.

Primera botella serigrafiada de gaseosa Piñeiral. Foto: M.A. Martínez Coello


-       - Una segunda botella con el logo en rojo que incluía “Bebidas refrescantes - Piñeiral – Orense” y la leyenda “Piñeiral 1 litro” en la parte trasera, en color rojo.

-       - Una tercera botella con el logo en rojo de fondo blanco y que a su vez contaba con dos variantes en la leyenda. Una con “Bebidas refrescantes - Piñeiral – Orense” y “Piñeiral 1 litro” en rojo en la parte de atrás y otra  que  ponía “Gaseosas - Piñeiral - fabricante 3.950 – marca registrada” y en la parte de atrás en color blanco “Insuperable gaseosa por estar elaborada con aguas de manantial y productos de alta calidad” además de un cajetín con la advertencia “El uso comercial de este envase por otra fábrica, constituye delito previsto en el artículo Nº 533 del código penal”. Esta botella tenía a su vez otra variante en la que se incluía el número de teléfono debajo del número de Fabricante. “Teléfono 216815”.

-       - Y ya en los últimos tiempo en que el llenado lo hacía Zar le sobreponían sobre la serigrafía una etiqueta de papel de colores blanco, verde y con las letras en rojo “Bebidas refrescantes Piñeiral – Gaseosa – desde 1959”


También llenaron sifones que en su cabezal de plomo  y en verde ponían la leyenda Gaseosa Piñeiral – Orense FTE. 3950, algunos de bellísimo cristal azul de bohemia, como el de la foto. Lo  fuerte de sus fabricados fueron la gaseosa, el seltz y la naranjada, aunque también fueron depositarios de cervezas “El Leon” de San Sebastián y “El Aguila Negra” de Colloto (Oviedo) además de vino embotellado de mesa de la marca “Vine”, en cuanto a los jarabes para las naranjadas generalmente los compraban a fabricantes acreditados, pero el jarabe para las gaseosas lo hacían ellos. El reparto de las gaseosas se hacían al principio con un carro tirado por una mula que hacia el recorrido por San Ciprián, Rante, Seixalbo, Mugares, Toén, Rairo, Taboadela…. El primer camión de reparto que compraron fue un Fiat azul a gasolina, más tarde un Ford rojo también a gasolina, ambos de segunda mano que los arruinaban a reparaciones. Más tarde un camión Ebro que compraron de primera mano y otro Ebro –“chato” de 3.500 kg, todos ellos rotulados con el logo de Gaseosas “El Piñeiral”. De cada reparto llevaban entre 60 y 80 cajas de cada viaje, teniendo que hacer en ocasiones varios viajes al día.

Sifón Piñeiral. Foto: Miguel Ángel Martínez Coello



“El Piñeiral” era paso forzoso de “as Leiteiras  y as Rianxeiras” que venían de San Ciprián, Rante, Vilanova, Santa Comba de Gargantós, Soutopenedo, Santa Leocadia, A Mezquita… … y era parada obligada la fábrica de gaseosas en la que reponían fuerzas y se cambiaban los zapatos de trabajo “As zocas” , que dejaban allí o en los huecos de un muro contiguo cerca del cruce donde ahora existe una rotonda, por otros más finos para estar más “guapas” en la Plaza que eran donde vendían “a leite y o rianxo”. Muchas dejaban los burros que cargaban la leche en un solar de la Calle Colón donde descansaban y  que luego recogían al final de la jornada para volver de nuevo a casa.


Cuando el mercado de las gaseosas comenzó a flojear,  ampliaron el negocio con la representación de otros productos, como la lejía “El Guerrero, lava la señora y lava el caballero” como rezaba su slogan. Ya en los últimos tiempos fueron los primeros que fabricaron y comercializaron las famosas bicas-mantecadas “AS BURGAS” que horneaba D. Carlos juntamente a su mujer que era la que hacía las masas Dña. Virginia del Pilar (Pili familiarmente), que era de la zona de Trives de donde le venía la tradición además de ser muy buena cocinera como la había sido también su madre. Además de tener y fabricar tan buenos productos como las gaseosas o las bicas,  D. Carlos tenía un talento especial para publicitar sus géneros, a cada cual más ingenioso, del que es digno de destacar los regalos por fidelidad consistentes en premios que le podían tocar al consumidor al comprar las gaseosas. El anuncio que acompaño en el artículo, es una auténtica joya y de ingenio emprendedor: Cuando el comprador adquiría una gaseosa “El Piñeiral”,  el tendero le daba un número que si coincidía con el tercer premio de la lotería Nacional de Navidad se premiaba con una máquina de escribir portátil marca Olivetti. Hoy su hijo Carlos Benjamín Picouto, que es quien me ha facilitado todos los datos y fotos para éste reportaje, me comenta que esa máquina aún la conservan porque no le llegó a tocar a nadie y quedó como vivo recuerdo de aquella campaña comercializadora. Además había premios pequeños directos que estaban ocultos en el capuchón-precinto de plástico de la botella y representados con una letra que correspondía a determinado premio según la lista que estaba colgada en el establecimiento donde se vendían las gaseosas “El Piñeiral”, ésto ocurría allá por el año 1972. 

Publicidad Gaseosas Piñeiral. Foto: F.Picouto


Y para coronar la capacidad e iniciativa de D. Carlos, tengo que relatar que en los comienzos de cada curso escolar, en uno de los camiones  de reparto, “acoplaba” una Orquesta que iba recorriendo la ciudad de Orense y los barrios, entonado agradables melodías a la vez que arrojaban las famosas pelotas verdes “GORILA”, que hacían la delicia de pequeños y mayores. Todo ello venía a cuento de que  D. Carlos  era familiar de la esposa de los que tenían las tiendas de zapatos, Astro, Vitán y Tanvi, y de ésta forma se establecía una cooperación empresarial y comercial de lo que ahora se llama “una explotación de sinergias comerciales y de marketing, las joint-venture, el Know-How, las UTE, las LBO, las I+D, el Spin-off, y los planes estratégicos.

¡Habla en cristiano!, dijo El Aguilucho. 
                                                                                                                                                                             No conozco el significado de la mitad de esas largas palabras y, lo que es más, creo que tú tampoco.    

( Lewis Carroll)

Pelotas "Gorila", pura nostalgia para los que tenemos ya cierta edad.