..........De Poschiavo a Santiago de Compostela…

Miguel Ángel Martínez Coello lo ha vuelto hacer: construir un relato histórico a partir de sifones. En este caso ha recreado la historia de los Cafés y Hoteles Suizos que hicieron furor entre lo más selecto de la sociedad española de la segunda mitad del s.XIX.



De Poschiavo a Santiago de Compostela…


… pasando por Bilbao, Madrid, Burgos, Santander, Zaragoza, Pamplona, etc…  Los Matossi , los Fanconi, los Mengotti … con sus familiares y compatriotas del clan, fueron sembrando la Península Ibérica y las capitales de Europa de moda con los refinados Café suizos y Hoteles Suizos para disfrute y regocijo de la flor y nata que daba esplendor a la época… pero antes conviene retroceder al origen de éstas familias.


Poschiavo es la capital del cantón de los Grisones en el sureste de Suiza, haciendo frontera con Liechtenstein, Austria e Italia, en plena montaña a la orilla de un lago desde donde se puede divisar la cima del monte Cervino en el que los más osados alpinistas miden habitualmente sus fuerzas… es como un pueblo italiano pero de suizos que hablan italiano.


A Principios de 1800, la pobreza, la hambruna y las guerras hicieron salir a muchos de sus habitantes en busca de un futuro mejor. Algunos se dirigieron hacia el Imperio Austro-Húngaro, Francia “…en el París revolucionario y convulso de la Revolución Francesa” o Inglaterra.  Así  nacieron los Cafés Suizos en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX…

Etiqueta compartida por el Hotel Suizo de El Ferrol y el Hotel Barcelona de Orense



Los Matossi y los Fanconi


Otros se dirigieron a España  y al igual que los gallegos y muchos otros pueblos emigraron, los Matossi y los Fanconi también lo hicieron dejando atrás los “paraísos” en los que vinieron al mundo. Ellos desde su cantón de los Grisones en Suiza  y los gallegos desde su “Galicia”. Cuenta la leyenda urbana que en 1813, llegaron a Bilbao después de recorrer a pie los 1.500 kilómetros que les separaban de su pueblo natal, contando sólo con una cabra que les proveía de leche fresca todos los días y que se alimentaba de los pastos del camino.  Los datos más fiables dicen que salieron de Génova hasta Barcelona y de ahí hasta Bilbao. Quizás a la búsqueda de un paisaje acorde al que habían dejado atrás. Gozaban de un reconocido prestigio como hosteleros, cafeteros y chocolateros, llevando consigo su honradez, trabajo y buen oficio, como pasaporte.


Cuando los Matossi y Fanconi llegaron a Bilbao ya contaban con vecinos de Poschiavo establecidos allí con negocios de pastelería y hostelería, como los hermanos Rodolfo y Andrés Pozzi, Francisco Pozzi, pariente de los anteriores, o los Ragazzi, que sin duda sirvieron de ayuda en el inicio de su vertiginosa carrera comercial.


Bernardo Fanconi era un excelente pastelero que se dedicó desde su llegada a Bilbao a la repostería Suiza que le haría famoso. En sus modestos comienzos acudía a todas las romerías populares de Bilbao y alrededores, con una cesta para vender sus pasteles. A ellos debemos el famoso “Bollo suizo” o bollería de leche que con glotonería pedíamos de pequeños a nuestros padres como preciada golosina, el panecillo de Viena con una chocolatina en el medio o la media tostada o tostada entera con manteca o sin ella. El café suizo y su pastelería obtuvieron un éxito inmediato que se extendió rápidamente por toda la franja cantábrica y posteriormente por el resto de España llegando a gestionar 53 “cafés suizos” en el territorio. En Galicia fueron famosos los de Santiago, Pontevedra, Vigo, Sada y el de Ferrol, que todavía funciona. De los Fanconi se dice que eran altos, de tez clara y trato caballeroso. Los Matossi eran de una educación más esmerada, de trato correcto y atrayente, lo que les hizo granjearse las simpatías de foráneos y naturales del país.

Café Suizo de Santiago, edificio de la Sociedad El Recreo de 1858 obra del arquitecto Manuel Prado y Valle



Los Mengotti en Galicia


Los Mengotti eran una de las familias suizas que llegaron a España con la idea de implantar una política distinta en el negocio del salón-café, tanto como reposteros como innovadores en el ramo de la hostelería, en la restauración y en la forma de atender a su clientela. La familia Mengotti fueron los promotores que impulsaron el Cafe Suizo, Hotel Suizo o Fonda Suiza en Santiago de Compostela. 


Para el ciudadano español, la tierra de procedencia de los Mengotti era tenida por maravillosa y mágica ya que evocaba al romántico Guillermo Tell, a las odas, a Hoffman o por las fotografías que lucían aquellos bellos paisajes y sus vigorosos habitantes.


Antonio Mengotti y Compañía inauguró en el número 24 de la Rúa de Huérfanas un restaurante de gran elegancia y exclusividad que era necesario y ansiado por las fuerzas vivas de Santiago. Allí se podían invitar, con plena confianza, a los visitantes ilustres porque el ambiente era muy diferente al de las lúgubres casas de comidas que describía Larra. Posteriormente se abrió el Café Suizo en los bajos de la Sociedad El Recreo en la Rúa Nueva 18 a finales del S XIX, que años más tarde desaparecería con la Guerra Civil. En aquellos tiempos la estructura de la sociedad compostelana respondía al modelo de sociedad tradicional o preindustrial.  La clase alta acomodada vivía de rentas y estaba formada por los nobles rentistas y la burguesía de los negocios. El tipo de vida de éstos era ostentoso, se exhibían en el Casino, el Teatro y los paseos. Los paseos se consideraban un acto social, destacando entre todos ellos el de la Alameda y los de la Rúa del Villar. Por el pasillo central de la Alameda circulaba la clase alta, por los laterales, la clase artesana y el pueblo en general, y por el superior el clero, personas mayores y viudas. Era costumbre que las clases altas permanecieran en la ciudad hasta las fiestas del Apóstol, pasadas éstas, marchaban a sus lugares de veraneo, normalmente al campo. El hecho de no hacerlo les desprestigiaba.

Comedor del Hotel Suizo de Santiago



La función principal del Café Suizo de Santiago de Compostela, aparte de ofrecer el mejor producto de repostería, licores y café de calidad, fue la de punto de reunión y tertulias de escritores, pintores, o personajes públicos  que dirimían sobre lo divino, lo humano, el pasado o el futuro de los acontecimientos mundanos  e incluso donde se podían poner al corriente de los últimos acontecimientos  políticos de aquellos  tiempos. Todas las fuerzas vivas, sobre todo en el ámbito cultural, disfrutaron de sus salones, en los que se proclamaron arengas, recitaron poemas, o se deleitaron con sesiones musicales al calor de un buen café o un delicioso tostado del Ribeiro. 

Se puede afirmar con meridiana precisión que para todos los personajes de la época en que existió el Café Suizo, fue ésta su segunda casa, porque todas las relaciones culturales, económicas, o de ocio fueron disfrutadas en torno a una mesa del elegante establecimiento. Todo en el Café Suizo era de lo mejor. Los Mengotti se preocupaban en traer a Santiago de Compostela lo mejor de Europa, las últimas novedades de París, de Londres o simplemente lo que sus socios los Matossi o los Falconi desde Madrid o Bilbao les sugerían, a la par de proporcionarse los mejores clientes entre ellos. 

En Vigo había otro Café Suizo en la calle Príncipe. En El Ferrol el Café Suizo estaba en la calle Real  114, hoy Dolores  nº 67, y todavía existe en la actualidad el mismo Hotel Suizo, pudiéndose sentir la elegancia, distinción y categoría de sus instalaciones. El local, que en un principio se llamó La Fonda Suiza,  era obra de Rodolfo Ucha Piñeiro y está datado entre 1909 y 1910. 

Los Mengotti en Santiago regentaron la “Fonda Suiza” de la calle de las Huérfanas, otra en la calle de la Conga  y la de la calle Cardenal Payá que se convertiría en el Hotel Suizo. La remodelación de la cafetería del Hotel Suizo de la calle Cardenal Payá que hace esquina con la plaza de Mazarelos en Santiago es de corte moderno por lo que ha perdido toda su esencia y hace difícil imaginarse un pasado tan fantástico.

Publicidades de los establecimientos "suizos" en la "Guía y plano General de La Coruña" de 1905
 


 Los sifones Perlé de los Cafés Suizos


Como muestra de lujo y presencia de lo más exclusivo de Europa, los Mengotti  equiparon sus instalaciones con los elementos más sobresalientes de la época. No había Hotel, Café, Casino que importancia que no dispusiese de sifones con los que ofrecer al cliente su deliciosa agua de Seltz para calmar la sed, aliviar los ardores de una copiosa digestión o para acompañar a una amena conversación. Los sifones “perlé”, eran y siguen siendo joyas artesanas en cuanto al cristal y el acabado del maestro que lograba introducir en el vidrio de Bohemia, las pequeñas burbujas “perlés” en el interior del cristal, obedeciendo a una secuencia espiral que recubre toda la superficie del sifón. Otra característica era la del color del cristal, en este caso “al Uranio”  o “Uranio vaselina, un tipo particular de cristal silíceo que contiene en su estructura pequeñas concentraciones, sobre un 2%, de óxido de diuranato U₂O₇²ˉ, con el que se consigue un color amarillo que en presencia de una luz negra se hace brillante.  La adición de estos óxidos, generalmente antes de la fundición del vidrio, fue una práctica habitual desde la segunda mitad del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX para conseguir tonalidades amarillo-verdosas traslúcidas. 

Los objetos así elaborados poseen ciertos niveles de radiación normalmente inofensivos para la salud humana. En 1905 José Muñoz del Castillo descubrió la radiactividad de los minerales de la mina de cobre “antigua Pilar” de Colmenarejo y en 1906 describió lo que él denominaba “las 5 manchas radiactivas” en la Península, que se corresponden con las principales zonas en las que encuentran minerales y rocas radiactivos, así como la descripción de 24 manantiales cuyas aguas muestran una radiactividad más o menos elevada, entre ellas las del manantial de Vichy Catalan en Gerona y Mondariz en Pontevedra.


El sifón que presentamos es un sifón elaborado con vidrio de uranio, con casi la total seguridad, procedente del Café Suizo de Burgos que estaba situado en el Paseo del Espolón y en el que se fundó El Círculo de la Unión el 1 de Mayo de 1881. Éste café fue el que inauguraron los Matossi y Fanconi después del éxito obtenido con el Café Suizo de Madrid  a mediados de 1800. El magnífico decorado al ácido, fue realizado en Paris por Chounard Pantin y en el cabezal metálico del sifón tiene grabado: ED. CHOUANARD PANTIN (SEINE) 10 Rue Auger 10 Conforme a la Loi - GARANTI SANS PLOMB

Sifón perlé de color amarillo del Café Suizo de Burgos


Detalle de cabezal francés y firma del estampado


 Por otra parte el otro sifón “perlé”, corresponde al Café Suizo de Santiago de Compostela,  fue creado con vidrio “al Selenio” porque el componente agregado en la fabricación es el Selenio con el que se obtienen colores rojos-rosados,  con la técnica “perlé” de los maestros de la Bohemia en el cristal. El decorado también al ácido” en Paris por Chounard Pantin con la grabación: FÁBRICA DE BEBIDAS GASEOSAS del CAFÉ SUIZO - Rua Nova – SANTIAGO.
Dos joyas recuperadas que constituyen un libro abierto de nuestra historia, de la belleza y del arte.

Los dos sifones perlados juntos, el del Café Suizo de Burgos y el del Café Suizo de Santiago de Compostela



Miguel Ángel Martínez Coello

Fotografías propiedad del autor

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